Hoy he enviado el email número 50 a mis suscriptores.
Cincuenta.
No sé a ti, pero a mí ya te digo yo que no me lo han parecido. Pero cuando he entrado a enviar el correo de hoy, he visto que la cifra es tan redonda que merece hacer un breve repaso de qué es lo que aportan 50 días enviando un email diario.
Y no son emails cualesquera, sino emails más largos de lo que solía hacer. Más personales, más distendidos, más…
Antes de contarte las 10 cosas que he aprendido en estos casi dos meses de escribirte un email cada día, déjame darte las gracias anticipadas.
Ahora verás por qué.
1. Mailchimp es un truño
Muchos (o todos) usamos Mailchimp cuando empezamos a hacer esto del email marketing.
Es gratis, lo usa todo el mundo, es fácil…
Pero es una auténtica basura.
Los emails se pierden, la tasa de entregabilidad (porcentaje de gente que realmente recibe tus correos) es bajísima y la confiabilidad de tus emails también. Vamos, que hay muchos proveedores que te tratan como si fueras spam.
Quitarlo fue lo segundo mejor que hice hace 50 días.
2. La gente quiere más
El porcentaje de gente que lee mis correos es altísimo. Un 30% según la herramienta que, ya avisa, seguramente sea el doble (un día si quieres te cuento por qué).
Y cada día que pasa aumenta. Sábados, domingos… da igual el día.
Si me retraso en enviarlo me escriben para preguntarme por qué se están tomando su café matutino sin mis historias.
3. La gente que quiere más, trae a más gente
Hace 50 días éramos poco más de 200 personas en el newsletter. Ahora somos más de 1200.
Gracias.
Gracias por reenviar mis correos a otras personas y recomendarles mi boletín.
4. Cuanta más gente viene, más gente se va
Han entrado casi 1000 personas en estos dos meses y se han ido unas 250 personas.
Procésalo.
En 50 días se han ido más de los que vinieron en 4 años.
Esos números dicen muy poco. ¿Qué tal de esta otra forma? En 50 días se han ido más de los que vinieron en 1500 días.
Y eso es muy bueno.
5. Vender no es lo que molesta, lo que molesta es aburrir
En todos los correos trato de vender algo. En todos.
Y eso no es lo que hace que tú o los demás os deis de baja.
Os dais de baja en los correos que os aburren. Si os entretienen, si la historia os gusta, la venta os da igual.
Y si un día no os da igual, compráis u os vais. Con total libertad.
6. Se puede ganar mucho dinero
Escribiendo un email cada día se vende mucho.
M U C H O. Y eso que esta sigue siendo una lista pequeñita para los estándares de la gente que me ha metido en este mundillo.
Cuando el curso que tengo ahora entre manos sea un hecho y tus compañeros lo valoren con su ojo crítico, te diré cuánto es ese mucho. Ahora no quiero usar una cifra de euros muy alta para forzarte a comprar algo que no quieres.
Y yo quiero que compres algo que de verdad quieras y te sea útil. No necesito que compres por comprar. No quiero que compres por comprar.
Eso sí, necesitas algo que merezca la pena. Si no tienes nada o es un cagarro…
7. La rutina que creas es lo mejor del día
Empezar el día escribiéndote un correo es lo mejor que hago.
Me entretiene, me hace pensar en mi vida, en cómo sacarle provecho a cada cosa que me sucede…
Es terapéutico por muchos motivos. El más práctico de todos, es que empiezo el día con fuerza y energía para seguir con el resto de tareas.
Es mi primer éxito diario.
8. Crear expectativas es una putada
Pero no todo es bueno.
Demostrar que se puede vender un curso sin decir qué contiene, sin hacerle una mísera carta de ventas, es una pasada. Eres una pasada por ayudarme en ese experimento.
Por contra, hacerlo así eleva las expectativas de lo que vas a entregar. Al menos las que tengo yo con el curso.
Podríamos llamarlo síndrome del impostor, o algo parecido. Porque sé que el curso es bueno y el curso será bueno. Pero cuanta más gente lo compra, más bueno quiero que sea y más me exijo mientras lo escribo.
Por eso he empezado a separar contenidos extra del tronco del curso que servirán como bonus a todos los que lo compren antes de lanzarlo.
Porque, créeme, diseñar una web BIEN toca tantos temas diferentes que esto se está convirtiendo en una bomba formativa.
9. El motor de las ideas acelera cada día
Cuantas más ideas apunto para escribir un email, cuantos más emails escribo, más ideas se me ocurren.
Tengo ya tantas ideas anotadas que podría estar escribiendo un año sin generar más.
10. Las conversaciones con vosotros se multiplican
Si antes recibía correos cada semana de gente que leía mis artículos, ahora recibo artículos de forma diaria.
Los leo todos, te lo prometo. Y los contesto todos también.
Salvo los de los haters. Esos los guardo como oro en paño en una carpeta especial, pero no suelo contestarlos.
Escucha, que esto es lo que quería decirte.
No habría escrito 50 correos, si tú no los hubieras leído.
Si tú no los hubieras reenviado a tus colegas y estos se hubieran apuntado, esto no hubiera crecido tanto y el esfuerzo no hubiera merecido la pena.
11. EXTRA: eso del público objetivo es un timo
Al principio escribía para un grupo muy pequeño de personas. Gente muy específica, con intereses muy específicos.
¿Y sabes qué?
Además de no vender un cagarro, a esa gente con intereses tan específicos no le interesaba lo que tenía que decir.
Ahora escribo para abogados, desarrolladores, consultores, amos de casa, padres, hijos, estudiantes, emprendedores, asalariados, empresarios… Y cada vez llega más gente distinta aquí.
Entran, leen, se quedan y algunos compran.
No limites tus consejos y tu mensaje a esa idea preconcebida de tu mal llamado «target» o «público ideal».
¿Sabes por qué?
Porque no existe.
En breve haré algo especial para todos mis suscriptores. Si quieres saber qué, apúntate aquí debajo:
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