Hay mucha gente nueva por la newsletter, así que voy a aprovechar para hacer algo que no he hecho nunca.
Un pequeño viaje a una región oscura, un lugar en el que no me siento a gusto y del que no suelo hablar mucho.
Sí, lo menciono, sí, es posible que sepas que existe, pero siempre como una referencia vaga a algo que tú y yo sabemos que fue una experiencia horrible.
Solo que el único que lo sabe, soy yo, tú lo intuyes.
Si hoy no tienes tiempo…
Esta ha sido la peor experiencia de mi vida, con 4 aprendizajes que la hubieran evitado, para que tú lo hagas mejor.
Es un vídeo, es gratis, es largo, pero vale su peso en oro
Porque puede dar un cambio de rumbo a un barco destinado a hundirse.
Una experiencia tan oscura, que he tardado más de 9 años en sacar un aprendizaje claro.
Cinco, en realidad, que son los que quiero compartir contigo.
Cuatro son los que encontrarás en el vídeo de esta semana (AQUÍ) y el quinto, uno casi más importante que los otros cuatro, solo te lo comparto a ti, aquí.
¿De qué estoy hablando?
De mi experiencia trabajando para una de las consultoras tecnológicas más grandes del mundo. La más de lo más, según dónde lo mires.
Una experiencia que se saldó con varios años perdidos, unas secuelas de las que no me siento cómodo hablando, y algo muy, muy bueno. Un cambio de rumbo, sobre todo mental, que es al que te has sumado aquí.
Porque no todo vale y el fin no justifica los medios.
Mucho menos cuando ese fin supone sacrificar tu recurso más preciado, tu tiempo y tu vida, por un norte moral que, en el fondo, está distorsionado.
Y ese quinto aprendizaje que quiero compartir solo contigo, por pertenecer a esta newsletter, es el más difícil de aprender de todos.
Porque, cuando escuches el vídeo, quizá te quedes con la sensación de que la culpa de todo la tienen los demás. Ese jefe acosador, desagradable y rancio, esos socios que te ven como un número rentable y te mueven de un lado a otro sin tener en cuenta el ser humano que hay detrás de las cifras…
O ese cliente exigente, desagradable y tirano que tira por tierra cada paso que intentas dar.
Y el responsable último de todo lo que sucede a tu alrededor no es otro que tú mismo.
Tú eres el que no sabe poner límites, el que no dice que no y el que tolera que lo traten como si fuera un número más.
Es jodido, es más fácil echar balones fuera y acurrucarse a pensar en la mala suerte que tienes y en lo mal que te tratan, pero eso no va a hacer que nada a tu alrededor mejore.
Asumirlo como lo que es (tu responsabilidad) y actuar en consecuencia sí que hará que las cosas mejoren.
Yo no me di cuenta a tiempo y estallé.
Espero que al menos una persona vea esta experiencia y sepa parar antes de llegar a ese punto:
Los peores 1504 días de mi vida
Si quieres dejar tu comentario, apúntate:
El newsletter que leen empresarios, abogadas, amos de casa, ingenieros y fruteros por igual
Cada día un email para inspirarte, ¿a qué? A vivir mejor, ser mejor, ganar mejor