Iba a buscar una historia rompedora para enlazarla con lo que quiero contarte, pero… ¡qué coño!
Vamos al turrón desde el minuto uno.
El otro día perdí 400 suscriptores.
Ni 4.
Ni 40.
400.
Cuatrocientos.
Cuatro, cero, cero.
Y me he dado cuenta hoy, que me he equivocado y en vez de entrar a las integraciones de mi cuenta he pinchado en los informes.
Escucha con atención.
Las estadísticas no sirven más que para generarte frustración, estrés o una falsa sensación de seguridad.
Mirarlas de forma compulsiva es el error que cometen el 95% de los empresarios y emprendedores que conozco.
Lanzar una campaña para un nuevo producto o servicio y actualizar la página de estadísticas cada día.
Cada hora si me apuras.
Ver los usuarios que tiene una web casi en tiempo real.
Sufrir con las bajas del día.
O con la comparativa de que el domingo a las 3 de la madrugada han entrado menos que el martes a las 6 de la tarde.
O porque a finales de noviembre tu cuenta de afiliados echaba humo del dinero que generaba…
… y a principios de diciembre te has quedado a dos velas.
Lo que importa es que la estrategia que empuja tu negocio siga adelante y genere lo que buscas.
Y que tú trabajes hacia ese fin que buscas día tras día.
Poruqe, ¿sabes qué?
Los resultados no llegan en un día, ni en una semana.
Llegan después de meses de trabajo consistente.
Que eso de los «virales» en redes nos han repodrido el cerebro y parece que si no explotas el contador el día 1 es que algo has hecho mal.
Hace años tenía aplicaciones con las estadísticas de mis web y mis ingresos en el móvil.
De forma inconsciente, cada vez que mi cerebro estaba en standby, abría todas las aplicaciones en el mismo orden y recargaba las estadísticas.
Ahora las miro una vez al mes por eso de rellenar mis libros de cuentas antes de enviárselos al asesor.
Y en breve será otro el que lo mire por mí.
Así que no te obsesiones con las estadísticas y mira los resultados de forma global.
Que en noviembre ganes mucho (Black Friday) y a principio de diciembre no ganes nada, no quiere decir que cuando llegue Navidad no vaya a llover otra vez el dinero.
O que pueden irse 400 personas de tu newsletter, pero si han entrado 2 000 es que las cosas no van nada mal.
O no.
Tengo un newsletter, como supondrás, en el que cada día envío un consejo y una historia.
Aprendes, si quieres, y te entretienes siempre.
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