Ayer fue el cumpleaños de mi hermana. Nada más y nada menos que 40 años.
Sé que no le hace mucha gracia la cifra igual que sé que no le hace gracia cumplir un solo año más desde hace tiempo.
Y eso que tiene cara de niña pequeña.
O de niña buena.
Para descubrir que lo segundo no es lo que parece, hay que conocerla, pero para lo primero ya no hace falta que te diga que te diga nada. Al fin y al cabo, ya tiene 40.
El caso es que, como sé que le preocupa y no se me da bien encontrar problemas sin aportar soluciones, le escribí un mensaje muy pronto por la mañana.
Antes de escribir el email de ayer, para que te hagas a la idea de lo pronto que fue.
Y le dije lo siguiente:
«Una vuelta más alrededor de un sol al que le da igual que le demos la vuelta, aunque tú hoy te sentirás mucho más vieja que en la vuelta anterior.
Feliz cambio de década».
Y es que a nadie le importa que tenas 15, 30, 40 ó 70. La edad solo te importa a ti.
¿Por qué?
¿Por qué preocuparte por un número que al resto de la población mundial le importa un pimiento?
A mí con la edad me pasa como con el dinero. Cuanto más tengo, más poco me parece que tengo.
Yo a mis 37 me sigo viendo igual que cuando tenía 15: mucho más viejo de lo que marcan esos números.
Atiende, que esto es una lección de las gordas.
A los usuarios de tu web, a tus clientes, también les da igual tu edad.
Pero es que les dan igual muchísimas más cosas a las que tú les das una importancia que no merece.
Deja de perder el tiempo con sombreados, colorines, menús, formas y colores y atiende a lo importante.
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