La estantería que te contaba ayer marcha viento en popa a toda vela.
He montado los cuatro postes, los he conectado con los listones y…
… Me he dado cuenta de que la idea era muy ambiciosa y tenía varios fallos.
El primero de todos es que, si cubro el hueco entero, el estor (la cortina enrollable) golpearía y no bajaría.
Así que he optado por eliminar un trozo de mi diseño y construir una estantería rectangular, de las de toda la vida, sin ese apéndice extraño que cubriría la columna.
Además, eso elimina el lado irregular, ese de la columna que no está a 90 grados y que iba a hacer muy difícil cortar las tablas de cada balda.
Ahí me será más fácil colocar…, bueno, ya veremos. El proyecto llena-tu-despacho-de-LEGO es un proyecto a largo plazo.
Mira, cuando llega un problema que no sabemos resolver, solo hay tres opciones posibles.
La primera es abandonar y pasar a otra cosa.
No pasa nada por abandonar. De hecho, a veces es la mejor de las opciones. Sobre todo si estamos hablando de proyectos que te hacen perder dinero.
Abandonar es difícil, pero puede ahorrarte muchos dolores de cabeza, mucha pérdida de dinero y muchas noches sin dormir.
La segunda es simplificar el proyecto.
Si nunca has construido una estantería, si nunca has cortado tablas en ángulo que no sea de noventa grados, quizá una estantería irregular de 5 patas es demasiado.
Quizá sea más sencillo reducirla a una estantería de 4 postes normal y corriente y ya aprenderás en el futuro cómo hacer la parte «rara».
Porque apuntar alto está bien, pero si apuntas demasiado alto, la flecha te va a caer directa en la cabeza. Y eso no mola nada.
La tercera es pedir ayuda a alguien que sepa hacerlo de verdad.
Llamar al carpintero de toda la vida, contarle tu problema, y dejar que sea él quien se pegue con ángulos oblicuos, estores molestos y paredes torcidas.
Te costará dinero, pero el resultado final será el mejor que podías tener.
Escucha.
Cuando hablamos de emprender, de montar algo por internet. Un negocio, una tienda, una página personal, una web de afiliación…, lo que sea…
La clave está en saber cuándo escoger una de esas tres opciones.
La mitad de mi trabajo como consultor es asesorar a profesionales (y no tan profesionales) sobre si el camino que han elegido tiene potencial, no lo tiene, o cómo pueden llevarlo a cabo.
La otra mitad trata de simplificar los procesos tan complicados que se les han ocurrido y de darles ideas que puedan llevar a cabo.
Porque no todo se soluciona (ni se debe solucionar) con dinero.
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