Dicen, que cuando chupas cierto tipo de sapos la vida cambia ante tus ojos.
Las luces se vuelven más brillantes, la mente se te aclara y los colores bailan para ti.
O eso es lo que le pasa cuando chupas uno de los chiles alucinógenos de Quetzalzaltenango en las oscuras selvas de Guatemala.
(Si conoces la referencia escribe de vuelta xD)
Ayer no chupé un sapo, pero sí que terminé viendo las luces más brillantes, con la mente aturdida y un mareo de pelotas.
No sé por qué les gusta tanto…
Bueno, sí que lo sé, pero me fastidia igual cuando los oftalmólogos deciden dilatarte las pupilas.
La última vez no fue demasiado bien la cosa.
Pero ayer pasó algo en la consulta que no había pasado nunca y que te va a encantar.
Escucha, que por motivos que no vienen al caso me ha tocado ir mucho, MUCHO al oftalmólogo.
Y me ha tocado también estar con las pupilas de un drogadicto durante dos semanas seguidas.
¿Sabías que puedes tener calambres musculares en el iris?
Se llama espasmo de acomodación y se arregla dilatando el oj…, las pupilas.
A lo que voy.
Lo que ayer cambió en la consulta de la oftalmóloga fue otra mujer.
Una estudiante, para más inri.
¿Y por qué una estudiante fue importante?
Porque por primera vez en la década que llevo peleándome con mis ojos, un oftalmólogo me explicó (o le explicó a alguien y yo presté atención) por qué hacen todo lo que hacen.
La lucecita, dilatar, la lupa esa rara…
Escucha.
Si quieres atraer clientes fieles y retenerlos en tu círculo de influencia…
Si quieres encandilar a tu público y atraerlo a ese círculo…
No tienes que esperar a que llegue un estudiante para explicar lo que haces.
La falta de información y de transparencia es el principal motivo de descontento con un proveedor.
Y es muy fácil de solucionar.
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Pero sí que les informes sobre cualquier cosa que vayas a hacer para ellos.
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