Hoy te voy a contar cómo detecto quién va a estamparse antes siquiera de haber salido a la pista.
Es algo tan fácil, simple y sutil que pasa desapercibido a la mayoría de los mortales.
Y me he acordado porque mi mujer acaba de leerme un pasaje del libro de Marian Rojas que le regalé hace un par de días, por su cumpleaños, en el que dice algo idéntico.
El tema es el siguiente.
Hace poco hablaba con un emprendedor al que, en Twitter, le decían que no había enviado el email de ese mes.
Sin entrar a valorar si enviar un email cada mes tiene sentido o no, el hombre me dijo cosas que, de una forma u otra, escucho casi a diario.
A ver si te suenan.
Primero dijo algo así como que «era Navidad y no iba a enviar ese correo».
Es decir, que de los 12 emails que tiene que enviar al año… no es capaz de anticiparse a unos días para preparar el número 12.
Así que envía 11.
O 10, porque seguramente en agosto tampoco escriba un correo.
Eso ya huele mal, amigo mio.
Lo segundo que me chocó fue que dijera que daba igual enviar o no el correo.
Total, solo tenía media docena de suscriptores.
¡¿Cómo?!
Y no solo me sorprende porque tener 6 suscriptores me parece casi imposible cuando empiezas (y me da igual quién seas, puedes empezar con MUCHOS más), sino por lo que refleja esa frase.
Una lista de suscripción no es un número grande al que rindes pleitesía.
Una lista de suscripción son un grupo de personas individuales a las que les has hecho una promesa.
Un grupo de personas con los que tienes un compromiso.
Si con los 6 primeros ya te saltas tu propia promesa dos veces seguidas, ¿cómo esperas que confíen en ti más de 6?
Se trata igual al primer suscriptor que al suscriptor número 10.000.
Porque esto se basa en rutina, compromiso y comunicación.
Y no estoy hablando del contenido del mensaje, sino del ambiente que lo acompaña.
Por último, este tipo me dijo esa frase que termina de rematar un proyecto que nunca va a despegar.
Una excusa que te cuentas a ti mismo para quedar libre de culpa cuando las cosas no vayan como deberían.
Porque, spoiler, nunca van a ir como deberían.
Sobre todo cuando dices que esperas una cosa, pero haces todo lo contrario a lo que deberías hacer para que salga.
La frase fue:
«Estoy empezando, cuando las cosas vayan bien ya te llamaré».
Escucha.
Y escucha fuerte.
Cuando las cosas ya te van bien, no necesitas ayuda.
La ayuda es lo que hace que las cosas pasen de irte mal a irte bien.
La formación es lo que hace que empieces una newsletter directamente con 1000 personas y no con 7.
Es la que consigue que con tus primeros emails vendas más de lo que has vendido en todo un año.
No al revés.
Como las cosas no te van como esperas, buscas ayuda.
Como tu lista no crece como esperabas o no vendes lo que querías, buscas ayuda.
Por eso yo puedo decirte que envío 1 email al día, todos los días del año.
Porque llevo más de un año haciéndolo y cada vez más gente me escribe para que nunca deje de hacerlo.
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Y mañana recibes un email.
Pasado mañana otro.
Al siguiente…
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