¿Qué haces cuando necesitas ayuda y no tienes el móvil?
No solo el móvil, no tienes ningún dispositivo con conexión. Ni siquiera un teléfono fijo (si es que alguien sigue teniendo uno de estos) y, si me apuras, tampoco las llaves de tu casa.
Lo que voy a contarte te puede parecer curioso, divertido y entretenido. Aunque si te pones en la piel de mi vecino, seguramente no te haga ninguna gracia.
Pero si lo piensas bien, encierra tantas lecciones brutales que…
Si hoy no tienes tiempo…
Haz que tu vida no dependa de los demás.
Empezando por hacer un repaso del valor intrínseco que ya posees
Que si no, luego llegan los lloros.
Hace un tiempo, mi vecino de aquel entonces (Yago) y yo no teníamos mucha relación. Saludos casuales en el descansillo, un qué tal tus hijos, qué majo tu perro y poco más.
Hasta que un día, sábado (lo sé, porque mi mujer estaba de guardia y mi hija y yo nos lo pasamos entre disfraces, parques y cuentos), Yago llamó a nuestra puerta.
Fue hace 5 años y me acuerdo perfectamente de estar leyendo en alto Zog and the flying doctors cuando sonó el timbre y me encontré a mi vecino, con sus cuarenta y muchos, pelo largo color plata, vestido de punta en blanco, de pie, en mi felpudo.
—Hola, Yago, ¿qué necesitas?
—¿Tienes una radiografía?
Al parecer había salido de casa ensimismado y no había cogido las llaves.
Ni el móvil.
Ni las llaves del coche.
Vamos, que había salido con lo puesto.
Y, según me contó, había visto a su hija abriendo una vez la puerta usando una radiografía por el mismo motivo, así que quería probar.
No había urgencia en su voz, no había rencor por su olvido, simplemente era un hombre tranquilo explorando posibilidades.
Spoiler: la radiografía no funcionó. Está claro que no tenemos madera para forzar cerraduras.
¿Qué hizo Yago? Esa semana sus hijos estaban con su exmujer, podrían estar muy lejos de allí y, sin el móvil, no tenía acceso a los números de teléfono de las personas que podrían ayudarle.
Así que probó suerte con los números que se sabía.
Llamó a su hija, que no cogió.
Llamó a su hermano, que cogió pero no estaba en Madrid.
Llamó a su exmujer y le pidió el teléfono de su hijo.
Llamó a su hijo y… ¡cogió!
A todo esto, mi hija con sus escasos 3 años y su disfraz de princesa, miraba la escena con más atención de la que se mira una película.
Atiende ahora, que viene lo bueno.
En la vida nos rodeamos de comodidades que nos la van haciendo más fácil, cómoda y simple. Tecnología, amigos, pareja, trabajo, casa… Y son comodidades muy útiles y necesarias, pero al final se nos olvida lo más importante.
Que nosotros y nuestra vida tienen que ser capaces de sustentarse solos. No digo que tengas que hacerlo, pero sí que poseas la capacidad de sobrevivir por ti mismo.
Necesitas suficiente valor propio como para que no te importe (o no necesites) lo que sea que suceda a tu alrededor.
Esto sirve para cualquier aspecto de tu vida: tus relaciones, tus finanzas, tu autoestima, tu salud, tu ocio, tu…, solo que en lo laboral es mucho más fácil ver a qué me refiero.
Si toda tu vida profesional y económica depende de tu pagador (tu jefe, tu empresa, tu…), ¿qué pasará el día que desaparezca?
Si retienes valor propio, si tienes proyectos personales, conocimientos que explotar, contactos que no dependan de un tercero y capacidad de maniobra, podrás hacer como hizo Yago.
El día que pierdas las llaves, el móvil y tu casa, podrás echar mano de ese saco de valor propio y utilizarlo para solucionarlo todo. Y lo harás con la tranquilidad de alguien que sabe que puede salir de cualquier situación y que, aunque no salga, tampoco pasa nada.
Que pedir ayuda es esencial, buscar profesionales que te ayuden a recorrer tus caminos vitales, pero cuando lo consigues resolver por ti mismo…
El sabor que se te queda es especial.
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