Está claro que la primavera ya ha llegado y la sangre de la gente está alterada.
No había recibido tantos mensajes juntos y plagados de red flags en mucho tiempo.
Así que vamos a dar caña.
Si me has escrito algún email en las últimas tres semanas, esto te interesa.
O no, quizá lo que te interese sea cerrar y hacer como que aquí no ha pasado nada.
Empecemos con una historia real sacada de Wallapop hoy a las 9:26 de la mañana.
Sí, soy de esas personas que utiliza esta aplicación de venta de segunda mano con asiduidad.
Y es la mejor herramienta de estudio social que he visto nunca.
Pero no quiero hablarte del típico que te hace una oferta absurda (te doy 2€ por eso que vendes a 300€ nuevo y que cuesta 600€ en tienda).
Te vende como un beneficio que le va a costar gasolina venir a recogerlo…
O te negocia el precio de un producto que, en mayúsculas, tiene escrito PRECIO NO NEGOCIABLE en su primera línea.
No.
Hablo del tipo de personaje que te hace un mapa del tesoro de lo que quiere, de cómo lo quiere, cuándo y…
Disfruta de lo que me escribe Diego:
Mira, no has marcado el producto como reservado, así que vas poner la reserva hasta el domingo que viene.
El domingo a las 17:00 quitas la reserva.
Y yo a las 17:05 hago la compra.
Luego lo embalas y vas a Correos el lunes antes de las nueve de la mañana.
Así el repartidor lo traslada en el mismo día y llega a la estafeta de Correos de mi pueblo el martes.
Para que yo pueda recogerlo el miércoles por la mañana, que es el único día que puedo ir.
¿Te lo has apuntado? Porque si no lo mandas el lunes por la mañana o no quitas la reserva el domingo, tenemos un problema.
Le preguntaré si puedo ir en chandal o tengo que llevar el esmoquin.
¿Te divierte esta situación?
¿Te pone nervioso?
¿Te cabrea?
¿Te deja indiferente?
Fantástico, sigue leyendo.
Si lo que hace esta situación es excitarte y hacer que te preguntes qué tiene de malo que un comprador le diga al vendedor cuándo, dónde y cómo quiere que haga su trabajo…
Al final del enlace tienes un enlace que sirve para darte de baja.
Sin acritud, hay gente que no es compatible y tú y yo no lo somos.
Escucha.
Cuando buscas a alguien para que te dé un servicio o te asesore, lo haces porque necesitas su experiencia y su saber hacer.
Tú tienes un problema o una necesidad.
Y ese socio comercial que buscas tiene la solución o la forma de conseguir el resultado que buscas.
Un cambio de manos con dinero y problema resuelto.
Si lo que quieres es a alguien que baile al son de tu música, con tus pasos de baile, tu ropa y tus reglas, no estás buscando un socio.
Estás buscando una prostituta.
Este tipo de personas, además, tiene problemas con el precio.
No quieren pagar «demasiado», porque está claro que saben que no van a sacar valor alguno de la transacción.
Solo quieren satisfacer su necesidad de control, no las necesidades de su negocio.
Aunque llamarlo «negocio» sea excesivo.
Así que la prostituta que buscan es o bien una muy barata, o bien una que no se valora lo suficiente como para pedir lo que vale.
Y en ningún caso están buscando a una mujer que complemente sus vidas, les haga mejores personas, ser más felices y les acompañe por el camino.
Lo que quieren es uno rápido que les quite el escozor que sienten ahí abajo y punto.
Son el tipo de persona que compra un curso para criticar el temario.
El método.
Y sobre todo los resultados.
Porque no van a obtener ninguno.
Porque no compran un curso para aprender, sino para comparar.
Y, amigo mio, si tú ya tienes una lista de suscripción de 10.000 suscriptores y vendes miles de euros al mes, ¿para qué quieres un curso que te enseña a conseguir esos suscriptores y esas ventas?
Invierte tu tiempo en alimentar esa lista y en ganar más dinero gracias a tus palabras, no en buscar prostitutas.
Ahora, si lo que quieres es aprender el método de alguien que ya vive de esto.
El cómo diferenciar tu voz de la del resto y captar una audiencia fiel que comparta tus intereses.
(Y ganar dinero en el proceso)
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