Lo de hoy es una reflexión importante.
De estas que hay que hacer de vez en cuando, aunque no nos apetezca.
Esta mañana he escrito a una de mis fisios.
Sí, he dicho «una de», porque tengo dos fisioterapeutas distintas.
Así de chulo soy.
Con la jefa, con María, voy para cosas de mano-muñeca o para cosas de mis hijos.
Me resolvió un problema gordo que me causó otra fisio después de una operación de muñeca, y si algo funciona, qué quieres que te diga, mejor no cambiarlo.
María, digo, que funciona de cine para la mano y no me voy a arriesgar a que nadie más las manipule.
De Bea qué voy a decirte, tiene unas manos mágicas que bien pueden hacerte pasar del gustidolor al dolor, o quitarte una migraña y hacer que te duermas en la camilla sin darte cuenta.
Y que tardes tres veces más en ir andando a tu casa, porque estás tan relajado que caminas como las tortugas.
Joder, que me desvío.
El caso es que llevan 5 años tratando todas mis lesiones y las de mis hijos.
Mi mujer sigue sin ceder a la tentación.
Aunque el 95% de las veces soy yo el que va.
O quizá el 99%.
Son cinco años de fidelización de cliente de los que he sido consciente esta mañana.
He pasado por delante de su clínica para enviar otra tanda grande de cursos y me he acordado de que, para variar, me he pasado con mi espalda y la tengo hecha un trapo.
Si es que hacer ejercicio es la primera causa de lesiones del mundo.
El caso es que eran las 8 de la mañana, la clínica estaba cerrada y he escrito a Bea para ver cuándo tiene cita.
Me ha dado los primeros huecos que tiene y, como siempre, son dentro de mucho tiempo. Su lista de espera es enorme.
Pero, y aquí viene la magia, me ha dicho que hay una fisio nueva que podía verme antes.
¿Qué he hecho yo?
Decirle que ni de coña.
Para mí, para alguien a quien un fisioterapeuta destrozó los ligamentos y nervios de una muñeca, un buen fisio es un tesoro.
Yo no voy «a la clínica», voy a verlas a ellas, y así se lo he dicho.
Es cuando me ha puesto el emoticono este del beso cuando he caído en lo siguiente.
En que ya son 5 años y tenemos una relación de esas de hablar de nuestras familias y darnos abrazos y besos después de mucho tiempo.
Y eso no se paga con dinero.
No sé cuántos miles de euros les habré pagado en estos 5 años, pero se han ganado cada céntimo con su trabajo.
Son estas cosas extra, ese trato humano y de tú a tú el que afianza una relación comercial.
Y consigue que la mitad de mis conocidos vayan a su clínica.
Escucha.
No voy a decirte que llegar a millones de personas no sea potente, pero es lo que haces con cada cliente individual lo que te consigue el éxito de verdad.
El SEO, las redes sociales, son herramientas para conseguir ese trato final.
No son el fin y a veces ni siquiera son el medio.
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