Parece magia, no lo es y al final del correo te vas a cabrear conmigo.
Es lo que hay.
Circulan varios vídeos por internet que enseñan hasta dónde llega la estu…, digo, el condicionamiento de los caballos. Quizá lo has visto, si no lo has hecho no te preocupes, que te lo cuento.
En el vídeo se ve a un caballo sin arreos, tranquilamente disfrutando de su existencia.
Hasta que llega el humano tocahuevos de turno y hace la magia.
Se acerca al animal, le acaricia el cuello y realiza el proceso de ponerle la brida (eso que llevan en la cabeza, con las riendas y el bocado), metiéndoselo por la cabeza, ajustándoselo y atando la hebilla… PERO SIN USAR NINGUNA BRIDA.
Es decir, que hace los gestos de ponerle todo, sin ponerle absolutamente nada.
Entonces coge una rienda imaginaria y empieza a guiar al caballo.
Lo sorprendente, lo mágico, es que el caballo responde a las indicaciones invisibles de su brida y sigue al humano. Y no solo lo sigue, sino que gira cuando le toca girar, para cuando le toca parar…
Hasta que, pasado un rato dolorosamente largo, se da cuenta de que no le han puesto nada en la cabeza y la sacude con fastidio.
Porque se ha dejado engañar por un truco barato.
Es ahí cuando nosotros, humanos simplones, nos reímos del animal por su estupidez.
¿Cómo se ha dejado engañar así?
Bueno, amigo mío, ahí está la gracia. Él por lo menos se da cuenta del engaño y reacciona.
Los humanos, que nos creemos más listos, en realidad somos igual de simples que un caballo y nos dejamos condicionar.
Obedecemos sin pensar y seguimos costumbres estúpidas sin preguntarnos por qué las hacemos.
Y lo hacemos todos, sin excepción.
Yo el primero.
El otro día me hacía la siguiente pregunta (todavía sigo contestándola) y me gustaría que tú también te la planteases.
¿Haces lo que esperan de ti o lo que tú quieres hacer?
No solo me refiero al trabajo, a las horas extra y a soportar a un jefe tiránico por una mierda de sueldo.
Me refiero al típico momento de realización en el que te das cuenta de que te gustan las mismas cosas que a tu padre, eres tan maniático como tu madre y escuchas la misma música que tu mujer.
Piénsalo y no me odies demasiado.
Cuando lo hagas, cuando tomes la decisión de que las cosas te gustan porque te gustan y las que no las puedes cambiar, verás qué liberación.
Igual que le pasó a una empresa que me pidió una renovación web hace dos años y me pidió un carrusel con imágenes móviles y no sé qué movidas.
Al preguntarles por qué querían algo tan pesado, lento y feo, me dijeron que era «porque toda la competencia lo tiene».
¿Adivinas quién quitó el carrusel y consiguió que su web se pusiera por delante del resto?
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