Cada cierto tiempo hay un ser humano brillante que nos demuestra que ser feliz es más importante que ese mal llamado «éxito».
Te cuento.
Podría usar la noticia que circuló hace poco por los periódicos de que el número 1 en Selectividad este año (el examen de acceso a la universidad, para la gente que es de España) ha decidido estudiar Filología.
Una carrera sin futuro, dicen. Un desperdicio de potencial.
Un chaval que ha sacado no sé qué nota, porque tiene 10 en todas las asignaturas que ha hecho, menos en alemán (que tendrá un 9,99999).
Pero no, voy a usar algo que me pilla más de cerca y es todavía más impresionante.
No sé si te lo he dicho ya, pero mi señora es médico, así que conozco de buena tinta la forma en la que un médico llega a ejercer.
Ya te dije en otro correo que llevamos juntos 19 años (faltan 3 meses para que hagamos 20 años juntos), así que sí, he vivido su carrera y le he ayudado a estudiar Historia de la Medicina.
Pues bien, el proceso de un médico para llegar a ser MÉDICO es:
- 6 años de carrera (si no suspendes)
- 1 año de estudiar un examen (el MIR)
- Todos los médicos del año hacen el mismo examen y los ordenan de mejor a peor.
- Empieza la purga: las plazas son limitadas, así que los de mejor expediente suelen elegir «lo bueno» y el resto se queda las sobras.
- 3-5 años de especialidad (estudios remunerados).
- Unos 11 años después… ¡Ya eres médico especialista!
Vale, se entiende, ¿verdad? Mucho, MUCHO, MUCHO esfuerzo.
Y mucha tensión.
El día de elección de plaza ves ataques de pánico, crisis de ansiedad, lágrimas, gritos… Es una locura, las esperanzas de tantos años rotas por un examen o por una mala elección hecha bajo estrés.
Escucha.
Ser el número 1 en el MIR implica que has sido el número 1 durante los 6 años de carrera y, además, has bordado un examen tipo test de 250 preguntas y un porrón de horas.
Otro día si quieres te cuento cómo llegué yo a aprobar ese examen sin haber hecho medicina, una historia muy divertida.
Por eso los primeros puestos del MIR suelen elegir las especialidades más reputadas.
Las más molonas.
¿Las más mejores?
Cardiología, neurología, cirugía plástica, derma…
Y además en los «mejores hospitales». Madrid, Barcelona…
El año 2010, en el que mi señora escogió su especialidad, un chaval del top 10 médicos de España de ese año, hizo «una locura».
No sé si fue el número 1 o el número 3, pero un expediente tan brillante, una mente tan brillante, decidió que lo que quería hacer era medicina de familia en Valladolid.
O igual era la especialidad de laboratorio en Cuenca, lo mismo da.
El caso es que «tiró a la basura» un expediente brillante para «hacer una mierda de especialidad en una mierda de ciudad».
Mira, no tengo nada en contra de Valladolid ni de los médicos de familia, pero esos eran los comentarios que hacían los otros 7 u 8000 médicos que habían hecho el MIR ese año. Y las decenas de miles más que lo habían hecho y lo harían en años anteriores y siguientes.
Pero ese chaval es un tipo al que tienes que admirar.
No se dejó engañar por las falsas expectativas.
No se dejó convencer por los «trabajos perfectos», ni por las perspectivas de tener un puestazo y un sueldazo.
Lo que hizo fue perrseguir su propia felicidad.
Él quería ser médico de familia en su ciudad natal. Eso era lo que le hacía feliz.
Y no dejó que nada ni nadie, ni siquiera ese top 3 en el examen más difícil de una de las profesiones más difíciles que existen le nublase la vista.
Podía haber sido neurólogo o neurocirujano y escogió ser médico de calle.
Escogió ser feliz frente a ese mal llamado «éxito profesional».
Por eso yo monto webs desde casa.
Por eso dejé un trabajo en el que mis compañeros, mientras yo ingresaba 0 euros en la cuenta, se levantaban entre 50 y 70 mil euros al año.
Porque decidí que mi tiempo en casa, mis hijos, mi familia, mi ocio y mi salud valen mucho más que ese dinero.
Mi trabajo desde entonces es demostrar que, desde casa, se también se puede ganar mucho más de lo que gana esa gente.
Mientras montas LEGO un miércoles por la mañana o te vas con tus hijos en bicicleta un lunes a las 5 de la tarde.
¿Se puede?
Se puede.
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