Tuvimos una gotera enorme en el salón de casa.
De estas en las que ves correr el agua por dentro de las paredes y la sientes en el suelo.
Una putada como un piano que, además, salió al lado de la televisión.
Este es el tema.
Cuando terminas algo rápido y cabreado, se cometen cagadas.
Algunas se solucionan con un cordón de silicona y otras no.
Esta era de las que no.
Como acabábamos de mudarnos, la urbanización era nueva y el equipo de reparaciones seguía trabajando, vinieron a arreglarla bastante rápido.
Que no rápido, la humedad creció y creció como un monstruo dentro de la pared.
Mira, no es lo mismo saber cómo se hace algo, que ver cómo se hace.
Está claro que para arreglar una gotera hay que abrir la pared, ¿verdad?
O igual no hace falta.
¿Y si el problema está en la terraza de arriba…?
¿Y si es el sumidero…?
¿Y si hay una forma de…?
Nos contamos excusas para no ver la realidad.
Hasta que llega Andrés con su hijo, clava una sierra en la pared y la gira para hacer un boquete.
Cuando mete la mano, detecta dónde está el origen de la humedad y decide cómo arreglarlo, la cosa no mejora.
Porque la sierra esa pequeña y de aspecto inocente empieza a cortar y cortar la pared hasta hacer un boquete de verdad, no la miseria de aguijerito que había hecho antes.
Y la picazón de lo inevitable se convierte en un escozor físico detrás de la nuca.
«Me han roto la pared».
Y bien rota, hombre, que tienen que encajar las tuberías del desagüe de arriba, sujetarlas y sellarlas.
Luego tienen que levantar el suelo, el rodapié y…
Que yo envíe un email todas las mañanas es inevitable.
Que contendrá una historia para todos y un aprendizaje para los que estén preparados, también.
¿Te suena bien?
Lo que harás tú con esa información es una incertidumbre, pero te aseguro que le sacarás algo bueno y útil para ti.
Si quieres dejar tu comentario, apúntate:
El newsletter que leen empresarios, abogadas, amos de casa, ingenieros y fruteros por igual
Cada día un email para inspirarte, ¿a qué? A vivir mejor, ser mejor, ganar mejor