Escribo esto tumbado en el sofá que tengo en la terraza de arriba, con una cocacola en la mesa y un par de libros en el otro lado del sofá.
Para mí, ayer y hoy son días festivos.
Hace años (no tantos como me gustaría) eran días malos, llenos de recuerdos y sensaciones que preferiría no tener.
Hoy son días especiales, días de celebración. Los considero como mi segundo cumpleaños.
Qué casualidad, que ambos cumpleaños sean el mismo mes.
El caso, es que lo que voy a contarte es algo especial que tenía guardado para un día especial.
Un concepto que junta otros muchos conceptos de emprendedores, economistas y psicólogos de una forma brillante.
No es mío, por cierto.
Se lo he leído a Fran de Emprendemelón y él a su vez se lo leyó a Luis Monge.
Pero da igual quién lo dijera: es una genialidad y hay que compartirla.
Ambos hablaban de que por mucho dinero que tengas, si no puedes decidir la ropa que te pones y debes usar corbata hasta con 40 grados a la sombra, no puedes considerarte rico. Hasta que tengas un alto grado de libertad, serás tan pobre como el resto.
Pero tener libertad infinita tampoco es suficiente.
De nada te sirve poder tumbarte a la bartola en una playa entre semana, entre daiquiris y mojitos, si alguien puede complicarte la vida con una llamada.
Rico, rico de verdad, solo es alguien que, además de dinero y libertad, tiene la seguridad de que ambos van a seguir ahí si decide desaparecer del mapa tres o cuatro días. Si decide apagar el móvil durante una semana y sabe que, al encenderlo, no habrá nada que pueda amargarle el día.
O si decide tumbarse a la bartola en el sofá de su semana, sabiendo que el dinero sigue entrando y nada va a amargarle el rato.
Esos son los tres vértices del verdadero triángulo de la riqueza:
- Dinero
- Libertad
- Seguridad
Seguro que hay muchas formas de equilibrar esos tres puntos, pero también es seguro que trabajar para otros, en el mejor de los casos, siempre te quitará un punto de la ecuación.
Lo que sí sé es que el conocimiento que acumules y el dinero que obtengas por ti mismo te acercarán al equilibrio del triángulo.
No hace falta ser extremadamente rico en dinero para lograr esa riqueza de la que hablan Fran y Luis.
A veces, de hecho, es mejor aumentar la libertad y disminuir el dinero.
Eso sí, para lograrlo todo empieza por construir un punto de partida digital. Una página web que será la puerta de entrada de todo lo demás. Ya sea venta de productos, servicios, infoproductos, afiliación, publicidad…
¿Cómo?
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