Este email va de tortas.
Así que no me enrollo y golpeo rápido.
Escucha.
La primera te la comes.
Ni siquiera escuece, ni siquiera pica, porque te pilla por sorpresa.
No tienes por qué responder de forma violenta, ni triste, ni asustada, ni…
Observas, intentas comprender qué es lo que ha pasado…
Pero, ¿qué haces cuando llega la segunda?
Algunos correrán.
Otros la esquivarán.
Otros, los que tenemos cinturón negro de algún arte marcial, bloquearán el brazo y tirarán al atacante al suelo (sin soltar el brazo, para convencerle con más ahínco).
Y otros encajarán la segunda también.
Y la tercera.
Y la cuarta.
Y…
Si la vida te da de puñetazos y tú te quedas quieto a recibirlos.
Si lo haces un día, otro y otro durante 17 años…
Quizá es que te gusta un poco eso del sadomaso.
Ayer, mientras publicaba contenido en mi LinkedIn, me saltó un mensaje.
Antes de decirte qué ponía, necesitas un contexto.
Conocí a Laura hace casi una vida, cuando trabajaba en Accenture allá por 2012.
Ahora que lo pienso, conocí muchas Lauras en aquella época.
El caso es que la conocí a su vuelta de una baja por ansiedad de muchos meses.
Porque, oh sorpresa, se había quemado en un proyecto.
Cientos de horas extra, presión, madrugadas y fines de semana, viajes sin parar…
Hasta que «pum».
Llámalo trastorno de ansiedad generalizado.
Llámalo la vida dándote el primer puñetazo.
Pues bien, LinkedIn me decía lo siguiente:
Felicita a Laura por cumplir 17 años en Accenture
La misma Laura que conocí en 2012, destrozada por dentro.
Pues ha trabajado 11 años más en la misma empresa que, te puedo asegurar, no la trató mejor después del primer sopapo.
Cada uno es como es.
Cada uno responde como responde.
Pero ante un golpe tan fuerte como el de Laura, no deberías sentarte a esperar el segundo.
Mucho menos insensibilizarte tanto como para no notarlos.
Lo que hay que hacer es levantarse y darse media vuelta a buscar otra cosa.
O a construir algo propio.
O mejor aún, construir algo propio antes de que llegue ningún golpe.
Algo que luego puedas utilizar para escapar de la lluvia de mierda que, tarde o temprano, termina cayendo.
Si volviera a 2012, no estaría tan perdido como estuve.
Montaría una web sobre la vida en consultoría.
Una web que siempre he querido montar y nunca he montado.
Y buscaría con todos los sentidos una forma de salir de allí que fuera menos traumática.
Pero claro.
Antes no sabía cómo hacer estas cosas.
Por eso tengo una newsletter en la que te cuento cosas como esta.
Para que reconozcas las señales y aprendas cómo enfrentarte a ellas
O hace falta que alguien se pase esa década y te lo cuente.
Y, por favor, vigila las señales.
Un ataque de ansiedad es una señal de alarma.
Una crisis de meses con ansiedad es una línea roja.
Una señal de STOP & THINK.
No tardes 17 años en darte cuenta.
Si quieres dejar tu comentario, apúntate:
El newsletter que leen empresarios, abogadas, amos de casa, ingenieros y fruteros por igual
Cada día un email para inspirarte, ¿a qué? A vivir mejor, ser mejor, ganar mejor