¿Cuánto te cuesta cambiar un mal hábito?
¿Y desarrollar uno nuevo?
Cambiar algo que estás acostumbrado a hacer es una putada. No hay ootra forma de llamarlo, porque es difícil, es duro, cuesta mucho esfuerzo y seguimos recayendo en el mal hábito de vez en cuando.
Salvo cuando pasa esto.
Si hoy no tienes tiempo…
Para cambiar un hábito necesitas: visión, propósito y esfuerzo.
Con la suficiente motivación, puedes cambiar cualquier hábito que quieras
Hace mucho, mucho, pero que mucho tiempo, cuando tenía 15 años, cambié uno de esos hábitos que nos enseñan desde pequeñitos.
Un hábito de esos que salen automáticos y sin pensar, de los que ni siquiera eres consciente que tienes.
¿Cómo?
Verás, fui a un colegio de curas (a los Jesuitas) y aquel año nos daba clase de religión un profesor al que, sinceramente, no soportaba.
El típico treintañero que se cree que tiene 15, actúa como si fuera tu mejor colega, pero era más falso que los duros de seis pesetas. (Por si eres demasiado joven o no vives en España, los duros eran monedas de cinco pesetas).
Súmale a la ecuación un adolescente cabreado, que se cuestiona y tiene unas creencias radicalmente distintas a las que enseñan en esas clases y…
Tomé la decisión de que iba a hacer algo que le fastidiase, pero sobre lo que no tuviera ningún control. Dibujarle cosas obscenas en los exámenes era demasiado…, poco sutil.
Hasta que me di cuenta de que hay una letra del abecedario que me venía de perlas.
El problema es que iba a tener que cambiar mi forma de escribirla.
Si estás pensando en la T, has dado en el clavo. En minúscula es una cruz y, para lanzar mi campaña contra este profesor, solo tenía que escribirla al revés.
¿Es una chorrada como un templo?
Es una chorrada como un templo, pero te he dicho que iba a mostrarte cómo puedes cambiar un hábito profundo, no que el hábito que iba a enseñarte fuera la clave del éxito.
Así que, con paciencia, un propósito claro y una motivación desmedida, cambié la forma en la que escribo las T.
Lo cambié con tanta fuerza, que llevo casi 25 años escribiendo las tes al revés.
Da igual cuánto necesites cambiar un hábito, cuánto ganes haciéndolo, cuánto pierdas por no hacerlo… Lo único que importa es que sepas por qué lo haces, creas firmemente en su beneficio, visualices el resultado y te esfuerces tanto que no te permitas un solo fallo.
Y, qué quieres que te diga, que el profesor de religión que no soportas tenga que leer un texto enorme plagado de anticristos, es una motivación muy potente para un chaval de 15 años.
Tanto como para remarcárselos en negrita, por si no se daba cuenta.
Tengo un curso.
No necesitas ir a favor ni en contra de la Iglesia para hacerlo, pero sí que te va a enseñar a desarrollar algunos hábitos muy lucrativos.
Empezando por encontrar el propósito que te mueve.
Y siguiendo con la forma de conectar con todas las personas que lo comparten y están deseando escucharte y, sí, comprarte.
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