Te voy a contar una historia.
Una historia real de un cliente que terminó en juicios con uno de sus empleados.
Y que sufrió dos procesos de cambio radicales en menos de un año, gracias a un trabajo bien hecho y a otro no tan bien hecho.
Este cliente…
Estos clientes, en realidad (me contrataron los hijos de los dueños – fundadores de la empresa), tenían un problema.
O varios, según lo mires.
Tenían un negocio que caía en picado.
Tenían una web tipo Frankenstein, hecha por una agencia, extendida por otra y «mantenida» por otra distinta.
Vamos, que tenían sus servicios financieros colgando de la sección de consultoría y sus servicios colgando del personal.
Me lo he inventado.
En realidad la web estaba mucho peor que eso…
Así que necesitaban, como fuera, que el negocio atrajera clientes por internet.
Ya sabes, la pandemia descubrió a mucha gente que conseguir clientes por internet era más seguro que hacerlo por medios offline.
No sabes cuándo puede haber un virus que nos encierre a todos en casa durante meses y que acabe con la mayoría de tus clientes.
El caso es que si el negocio no despegaba en su faceta online, se hundía.
Así que me pidieron reformar su web.
Un lavado de cara, lo llamaron.
En cuanto vi el desastre que había ahí dentro, les dije que íbamos a hacer algo más.
Ibamos a organizar lo que tenían, a estandarizar los tipos de contenido, a darle una estructura sencilla de entender para sus usuarios y, sobre todo, para el amigo Google.
Y muchas cosas más, en realidad.
La web ERA UN DESASTRE, la lista de tareas fue gigantesca, aunque se reduce a eso: estandarizar, ordenar, simplificar.
Les propuse auditar el SEO y definir una estrategia a corto plazo para llegar a más gente, pero dijeron que lo de la ESO era para críos y que no lo necesitaban.
¿Sabes eso de que una mala web puede triunfar si tiene un buen SEO?
Pues en este caso la web estaba tan mal, que me pareció bien el plan de no hacer SEO.
¿Que pasó después de que cambiáramos toda la web?
Te dejo que lo veas:
¿Cuándo crees que reformamos la web? Nota: no se publicó nuevo contenido en 2021.
Mira, Google debía de estar ansioso por entender qué coño hacía esta gente.
Porque en cuanto hice la web que tenían que tener, se lanzó como una jauría de lobos a devorar cada pieza de nuevo y bien estructurado contenido.
De los nuevos clientes mejor no hablamos.
O sí, ahora te cuento.
Escucha.
Hacer una web BIEN es, en el fondo, hacer SEO encubierto.
Mejoras la experiencia de tus usuarios, Google entiende mejor lo que ofreces y todos contentos.
ESO es lo que te cuento cada día en el newsletter que envío por la mañana:
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¿Que todavía quieres saber qué pasó con los clientes?
Unos meses después de terminar el proyecto, contrataron a un equipo enorme de personas para encargarse de la web y los contenidos.
Tan bien les iba todo, que fueron a lo grande.
Que no a lo mejor.
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¿Y lo del juicio?
Bueno, es sencillo, no todos los involucrados encajaron tan bien eso de que se les sustituyera por otra agencia más.
No porque hayan desaprovechado el potencial de la nueva web (que ya ves en la gráfica de antes que es lo que han hecho), sino porque hirieron su ego.
Y hay gente que se toma como algo personal cosas que no van con ellos.
O que son conscientes del mal trabajo que han hecho y se enfadan porque les hayan descubierto.
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