Es imposible no tener éxito.
Solo hace falta tener una única habilidad y tendrás el mundo a tus pies.
¿No me crees?
El jueves pasado, como todos los jueves desde hace algo más de un mes, estaba en mi fisio de confianza rehabilitando mi pulgar operado.
Conocí a María hace más de 4 años, después de que otra fisio me dañase unos nervios rehabilitándome de otra operación distinta.
Y cuando alguien no solo te recupera la movilidad de una muñeca, sino que te soluciona otro problema que causó un compañero, como que le coges respeto.
Luego conoces a María y hablas con ella y, además, le coges cariño.
El caso es que, como te decía, el jueves me dijo algo que representa muy bien por qué es tan difícil no tener éxito en esta vida.
(Y por qué la mayoría fracasa).
Me contó que, al quitar una parte de su negocio, había estado buscando nuevas fisioterapeutas para ampliar el equipo.
Un equipo que forman Bea y ella desde el inicio de la clínica y para el que ahora necesitaban una tercera mosquetera.
Y aquí viene el plot twist que dirían los americanos.
Durante las entrevistas, se encontró con que las jóvenes profesionales que querían el puesto tienen un serio problema.
Un detalle antes de contarte el problema: trabajar en esa clínica es un chollo. Bea y María tienen las agendas a reventar.
Pedir cita con ellas es complicado, salvo que vayas con una urgencia, haya una cancelación o tengas las citas cogidas para dentro de dos meses.
Así que la persona que entre en ese equipo verá cómo su agenda se llena mágicamente y sin hacer nada.
No sé en qué trabajas, pero puedes intuir lo potente que es esto. Crear una agenda desde cero, cuando nadie te conoce, es complicado.
Si la agenda te la dan llena, a poco que lo hagas bien ya tienes el éxito asegurado.
Pero volvamos al giro en el guión.
En las entrevistas, María les decía que el tiempo de sesión es de una hora. ¿Sabes qué respondían una cantidad nada desdeñable de entrevistadas?
«Ah, entonces terminamos a menos cuarto»
Esa mentalidad de coger el mínimo de esfuerzo y reducirlo todavía más quizá funcione en el colegio o en la universidad. Pero no funciona en el mundo real.
Al menos no si lo que quieres es llegar a alguna parte.
Escucha.
El que llega más lejos no es el más listo, ni el más guapo, ni el más fuerte. El que llega más lejos es el que es capaz de ser constante en lo que hace y dar lo máximo posible.
Esas chicas no llegarán muy lejos si su mente se quitan el 25% de sus obligaciones de forma automática.
Igual que aquellos que, cuando me escriben porque quieren emprender por su cuenta, empiezan hablándome de cuotas, adaptaciones legales y otros problemas futuros que ni siquiera saben si van a tener.
O los que quieren montar una página web pero les da miedo que la vea la gente.
O esos a los que les dices cuánto costará su proyecto y empiezan a quitarle patas para pagar menos.
La vida requiere esfuerzo.
El trabajo requiere esfuerzo.
Los únicos que llegan lejos son los que lo saben y, además, son capaces de realizar ese esfuerzo.
Y la mejor forma de esforzarte por tu propio futuro es la de construir una marca personal sólida aprovechando las habilidades que ya tienes de forma innata (o adquirida).
Porque ahí fuera hay miles de personas que no tienen esas habilidades, esos conocimientos, ese saber hacer y quieren tenerlos.
Da igual quién seas o lo que hagas.
Esto te interesa:
Hasta una ameba podría ganarse la vida con esto
Un audio de 54 minutos que grabé para mi mujer.
Porque ella tiene el potencial de construir algo increíble en torno a su propio nombre, pero le falta el valor de lanzarse.
(O le sobra la comodidad de un trabajo bien pagado)
La clave está en que ese trabajo, como cualquier otro, algún día se tambaleará.
Y con esto que te cuento aquí, da igual cómo vayan empresas y países, que tú tendrás la vida resuelta.
Hasta una ameba podría ganarse la vida con esto, pero tú lo harás infinitamente mejor
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