Hay celebraciones modernas que no entiendo.
Fiestas por motivos tan raros que, sinceramente, me hacen plantearme el estado de salud mental de los demás.
El mío ya lo conozco, gracias.
Fiestas por motivos por los que, en realidad, alguien debería estar llorando en un rincón, dándose cabezazos contra la pared o, por lo menos, preguntándose cómo ha llegado a una sitación tan absurda como esa.
Porque se celebra que dejes un trabajo. Un trabajo que te quema y te destroza sí, pero es que la celebración te la hacen los compañeros que siguen ahí dentro y seguirán durante la siguiente década.
Se celebran los divorcios, el fracaso en la relación de dos personas.
Hace ya un tiempo, en el grupo que compartíamos los compañeros de promoción, hubo una celebración de este tipo.
¿Cuándo no sé quién tuvo hijos?
No, eso se celebró menos que lo que te voy a contar. Y es natural celebrarlo.
Te recuerdo que, en ese chat, somos todos ingenieros. Cada uno tiene su vida montada de una forma, pero a ninguno nos ha ido mal.
Algunos, como yo, no trabajamos en nada relacionado con lo que aprendimos.
Otros, como JC, trabajan en la Agencia Espacial Europea.
Otros han fundado empresas de robótica, antenas…
Y otros, como Libreal, han conseguido reconocimientos que ningún español había recibido nunca.
Él, en concreto, es el primer profesor de una universidad española en recibir un Starting Grant del European Research Council para su investigación de materiales extremos… Vamos, que le han dado un millón y medio de euros para investigar.
Y todas esas cosas se celebran menos que lo que te voy a contar ahora.
Poco antes de que yo me fuera de aquel grupo (y de todos, en realidad, porque borré Whatsap y ahora soy más feliz), una compañera hizo un GRAN anuncio.
Recuerdo ser uno de los primeros en leerlo y pensar: «pues vaya noticia».
Pero en cuanto empezó a leerlo más gente las reacciones fueron de: «Eres una crack, enhorabuena, joder qué envidia…»
Prácticamente todos los ingenieros de carrera de aquel grupo demostraron algún tipo de envidia por su «logro».
¿Qué logro?
Haber dejado su empresa, haber sacado una oposoición y haber conseguido una plaza fija como funcionaria.
En la celebración ni siquiera se hablaba del puesto o el área que iba a cubrir. Tan solo se hablaba de su plaza fija de por vida.
Un hito en la historia de la humanidad.
El logro último de un ser humano: tener un trabajo repetitivo en el que ni siquiera tienes que esforzarte, porque ya nadie te lo puede quitar.
Porque aquí, en España, solo hay dos tipos de personas.
Los que quieren ser futbolistas y los que quieren ser funcionarios.
El resto debemos de ser marcianos de mente inquieta que hemos nacido en el lugar equivocado.
Al menos así lo veo yo, que no entiendo el placer de unos por lo suyo ni el apalancamiento de los otros.
Escucha, que si lo tuyo es calentar una silla de 9 a 3 el resto de tus días y nada más, lo que tengo que contarte te interesa entre poco y nada.
Pero si lo que quieres es levantar el culo de esa silla y hacer cosas con tu vida, cosas sobre las que tengas el control, que te reporten beneficios y te muevan el cerebro y el alma por dentro, estás en el lugar adecuado.
Incluso si eres funcionario. Que conozco unos cuantos que al salir a las 15:00 de su trabajo, se ponen a hacer cosas muy chulas con su tiempo libre.
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