El otro día fui a las oficinas de uno de mis clientes para reunirme con su CEO y la directora de marketing.
Los tres llevamos más de un año trabajando en el proyecto y, al final, las reuniones cara a cara sirven para algo más que para sacar trabajo adelante.
Al entrar allí, no pude más que reírme y decirle al CEO que no sabía que fueran tan feos.
Escucha, que él también se rio conmigo.
Esta empresa tiene su página web desde el año 2011 ó 2012. Es decir, que tienen solera ya en esto del online.
Han probado muchas estrategias distintas para llegar a lo que son hoy y desde que trabajamos juntos han llegado todavía más lejos. Desde abril de 2021, para ser exactos.
Por eso me conozco su página web como si fuera mía.
Sí, las 333.344 páginas que tiene su web en este momento.
O al menos los grupos de contenido más importantes.
He visto, revisto, tocado yretocado casi todos los textos e imágenes de las 455 páginas de la web principal y de los 1.966 posts del blog.
Fotos muy chulas de sus oficinas, con gente muy guapa haciendo como que trabaja.
Pivones jóvenes muy sonrientes o concentrados, según la foto. Guapos y guapas a rabiar.
Siempre con pose de tipos ocupados y productivos, unos al teléfono, otros señalando la pantalla, otros hablando como si dijeran algo importante…
Pero, ¿sabes qué pasa?
Que cuando entras en sus oficinas esos tíos buenorros y esas chicas de calendario parece que ya no trabajan allí.
De hecho, si entras en la sección de su equipo y miras las fotos con detenimiento… Oh, my! No trabajan allí.
Así que cuando entras en sus oficinas, cuando conoces al equipo de ventas, al de desarrollo, al de marketing… No encuentras modelos de calendario, sino gente normal.
Atiende.
Maquillar la realidad para que parezca mejor de lo que es puede ser una práctica habitual, pero tampoco podemos llegar a un punto de ruptura en el que «real» y «digital» sean completamente opuestos.
Y eso es lo que le dije al dueño de la empresa.
Si tiene 60 empleados, por feos que sean, las fotos de la web deberían enseñarlos a ellos de la mejor forma posible.
Si un cliente de esos que te dejan decenas o cientos de miles de euros con una firma entra en las oficinas y lo primero que piensa es que le has engañado…
Este CEO, que es, como dirían mis colegas, un tío de puta madre, entendió por dónde iba y me dio la razón.
Pero me dijo que le daba igual.
Quería modelos guapos en su web; ya se encargaría él de convencer al cliente de que su producto es el mejor, aunque la secretaria que les abra la puerta no sea Gisele Bündchen. Sin desmerecer a Carmen, que es una auténtica crack en todos los sentidos.
Pero eso no lo podemos hacer en las mal llamadas «webs de nicho», en las que intentamos vender productos de afiliación a gente con la que no vamos a poder discutir nuestro punto de vista sobre la belleza.
Si un producto tiene fallos, se dice.
Si no cubre alguna necesidad, se dice también.
No vaya a ser que el tipo que lo compre vea que le has colado una mierda como un piano y sienta que le has engañado.
Porque si tus usuarios se sienten engañados, no solo no volverán a confiar en ti, sino que harán que nadie más lo haga.
Ah, ¿que no sabes cómo escribir reviews realistas de artículos que nunca has usado?
Cómo lograr esa habilidad es algo que solo se lo cuento a mis suscriptores:
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