En este correo te voy a dar LA CLAVE.
¿La clave de qué?
La clave de todo, amigo mío. Un secreto guardado a voces que cambia el mundo de quien lo posee.
Un secreto que, aunque te lo diga, seguramente no sepas, puedas, quieras aprovechar y pasará al fondo de los secretos desaprovechados. Y será lo normal.
A mí me lo han repetido varias veces a lo largo de la última década y pico y no ha sido hasta hace un año que empecé a ponerlo en práctica.
Y vaya que si funciona…
Si hoy no tienes tiempo…
Si cambias la forma en la que te hablas, cambiarás el mundo a tu alrededor.
Cuando la cambies, aplica esto y te comerás el mundo
Como consejo extra, busca a un experto que te acompañe en el proceso.
Mejor que contártelo, te lo voy a enseñar.
El otro día me operaron la boca y me quitaron las muelas del juicio. Tres salieron sin mayores percances, pero la cuarta…
El resultado es que…
Tengo la mandíbula rota.
Procésalo.
Haz ese pensamiento tuyo.
Instálalo en tu mente:
«Tengo la mandíbula ROTA».
Es jodido, ¿verdad? ¿Cómo te sientes? No puedo comer, me duele, a ver cómo me recupero, esto es una mierda, ahora…
¡TENGO LA MANDÍBULA ROTA!
No hay cerebro que pueda procesar ese pensamiento sin caer en una espiral oscura y deprimente. Y no es para menos.
Ahora déjame que te cuente algo.
En realidad lo que pasa es que, cuanto más mayores nos hacemos, más se fusionan las muelas con la mandíbula y más difícil es quitarlas sin tener que llevarte un trozo de hueso.
Y en ocasiones, al hacer fuerza para sacarlas, el hueso de la mandíbula se astilla (como una madera) y una de esas esquirlas se separa del hueso principal y duele de pelotas.
Esquirla ósea dicen que se llama.
Técnicamente una esquirla ósea es una mandíbula rota, pero en una proporción tan ínfima que decir «tengo la mandíbula rota» es una exageración de manual.
Es correcto, tu cerebro lo puede aceptar como correcto, pero es tremendista, angustioso y absurdo.
El efecto que causa pensar «tengo la mandíbula rota» es devastador. ¿Se arreglará? ¿Cuándo? ¿Cuánto costará? ¿Volveré a estar bien alguna vez?
Pero el efecto de «tener una esquirla ósea» es muy distinto. Tengo una llaga, duele un poco, pero se está curando y desaparecerá.
La forma en la que piensas, la forma en la que te dices las cosas, es clave para definir cómo te enfrentas al mundo y cuánto de lejos vas a llegar.
Luchar y esforzarse no garantiza el éxito, pero quejarse y lamentarse sí garantiza el fracaso.
Y, aunque tuviera la mandíbula rota, pensar en todo lo malo que trae no va a solucionar ningún problema. Solo los va a agravar y a atraer.
Mi abuelo decía que si un problema no tiene solución, entonces no es un problema.
Lo que sí tiene solución es la forma en la que te miras a ti mismo.
Cuando solucionas el problema del prisma de la exageración y la crítica, te das cuenta de que eres mejor de lo que piensas, sabes más cosas de las que crees y haces que los demás empiecen a apreciarlo.
Sumas a ese cambio de mentalidad una estrategia como esta y tu vida entera cambia:
Estrategia para pasar de muerto de hambre digital a empresario de éxito
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