Todos tenemos un disparador dentro que, si se activa, nos lleva hasta el fin del mundo. Contra corriente, marea, fuego y lo que haga falta.
Sea para encontrarte con la chica de tus sueños, comprarte un bollo, un capricho o ver una película.
Conocer esos disparadores es un trabajo introspectivo muy interesante que te recomiendo que hagas algún día. Sobre todo esos en los que dices «¿por qué coño me compré yo esto?».
En fin, a lo que voy.
Yo tengo un disparador para películas y series de televisión.
Un disparador tan potente, que me es imposible decirle que no.
Si una película trata ese tema, allá que va David de cabeza y sin pensar.
Podría decirte que son los viajes en el tiempo, pero te estaría engañando. Son solo un tipo muy concreto y específico de viaje en el tiempo.
Es tan potente ese disparador que si mi señora me encuentra viendo algo que se sale de lo que ella espera de mí, su frase suele ser «ah, que es una película de bucles en el tiempo».
Como si eso lo explicase todo.
Porque ESO lo explica todo.
Mira, que voy a usar los bucles en el tiempo para explicarte una clave vital para que se te meta hasta el tuétano y la uses allá donde vayas.
Y me da igual que sea para hacer una web, un cartel, la portada de un libro o para dar un discurso en una entrevista de trabajo.
Sirve para todo.
Tengo un amigo del colegio, de esos con los que has compartido madrugadas de lo más extrañas, que se llama Jon Mikel Caballero.
Un gran dibujante y mejor persona, con unas inquietudes artísticas que lo llevaron a convertirse en director de cine.
Hace tres años grabó una película titulada «El increíble finde menguante» y, mientras estaba con ella, me dijo que tenía que verla. Él sabía que me encantan los bucles temporales y me dijo que su película era un bucle con una particularidad que no se había hecho nunca.
BAM! Disparador loco de contento.
No quiero destriparte la película, por si no la has visto (y te recomiendo que lo hagas, la tienes en Prime Video), pero hay un detalle que me pareció espectacular.
El bucle temporal en el que se ve envuelta la protagonista, del que no te voy a contar nada, sufre un pequeño revés cada vez que se reinicia: los ciclos duran una hora menos.
23, 22, 21, 20… Las horas van descontándose con cada nuevo bucle.
¿Y sabes qué hace Jonmi para representar eso en la pantalla?
Cada ciclo que empieza, reduce el ancho de la emisión. Es decir, una banda negra aparece por los laterales de la pantalla.
Al principio es imperceptible, pero en los últimos bucles es más que llamativo y transmite con mucha fuerza la angustia de la protagonista.
Hace que te preguntes: ¿que le va a pasar cuando la cuenta llegue a cero?
Mira, que es más importante de lo que parece.
Jon Mikel fue capaz de ver que tenía muchos más elementos para contar la historia que las actuaciones de sus actores, los escenarios o sus diálogos.
Entendió que el marco físico de la pantalla también juega a su favor. Que puede modificarlo y deformarlo para transmitir más información.
Y la genialidad que hizo fue poner TODOS esos elementos a disposición de su historia: un bucle temporal que se reduce una hora en cada reinicio.
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