A tomar por saco con todo.
Me he comprado un Ferrari.
Habrá quien piense que es un gasto absurdo, superfluo, excesivo, innecesario… que ya soy mayorcito para jugar con el dinero.
Pero qué quieres que te diga: hacía tiempo que quería uno.
¿El precio? Seguro que te lo preguntas.
Cuesta 400, pero entre pitos, flautas y mi buena relación con el vendedor, he conseguido rebajarlo a 250.
¿Mucho?
¿Poco?
250 es bastante, pero si lo comparas con los 400 que dice el cartelito de PVP, no está tan mal. Es casi un 40% menos.
¿El color?
¿En serio tienes que preguntarlo? Es un Ferrari…, no va a ser rosa.
Es rojo. Rojo Ferrari.
¿Y para qué cojones quiero yo un Ferrari?
Esa pregunta es mejor.
Para exponerlo, para mirarlo y para enseñárselo a mis amigos.
¿250 para eso? 250 para eso.
Y muchas horas de entretenimiento por delante.
Sobre todo cuando me llegue la caja.
Abrirla, leer el manual, sacar las piezas, montarlo… Va a ser una experiencia increíble.
Lo sé porque ya he montado también un Porsche, un Bugatti y un Lamborghini. Naranja, azul, verde y ahora rojo.
Unos 300 cada uno de ellos, así que el Ferrari aún me ha salido barato.
Barato desde los estándares de LEGO, claro, que no es una marca de juguetes barata. Que se lo digan al seguro de mi casa, que he tenido que asegurar mi colección como «objetos de valor especial».
Ah, ¿pensabas que estaba hablando ode un Ferrari de verdad? ¿De esos que se conducen y a los que arreglarles una raya en el capó cuesta más de lo que gana mucha gente en todo el año?
No, hombre, no. Yo hablo de gastarme 250€, no 250.000€.
¿A que es importante dejar claro desde el principio de qué estamos hablando?
Otro día te cuento el caso de un (mal) copywriter que en su portada te hablaba de lo bueno que era, la gente con la que trabajaba, pero en ningún sitio te decía que era copywriter, que escribía textos persuasivos y lo que eso podía suponerle a tu negocio
Si no sabías que lo era, terminabas de leerlo con cara de «¿¡qué coño hace este tío!?».
Yo puedo jugar al engaño porque la envidia que despierta el Ferrari hará que leas hasta el final, sabes que mis historias siempre tienen un giro en ese punto y porque es mi newsletter.
Pero no puedes hacerlo en tu página web. El 99% de la gente que entra allí no te conoce y tienes que venderles lo que sea que hagas, no engañarlos.
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