Dicen por ahí que los golpes de la vida vienen cuando menos te lo esperas.
También que, una vez ha llegado un golpe, lo normal es que lleguen todos los demás.
Pero lo que no te esperas nunca es que te caiga una niña en la cabeza.
Si hoy no tienes tiempo…
El mensaje es sencillo: repite, repite y repite y al final encontrarás la aguja en el pajar.
Suma una estrategia como esta y serás imparable
(O no hagas nada y verás como…, no sucede nada tampoco)
Ponte en situación: estás con tus hijos en la piscina, nadando, saltando, jugando…, cuando, de pronto, algo te golpea el cráneo con tanta intensidad que te vibran hasta los dedos de los pies.
Te agarras la cabeza, para ver si hay sangre, y antes de que la mano llegue arriba, escuchas un claro y sonoro j0der, seguido de un chapuzón.
Resulta que uno de los amigos con los que has ido a comer te ha, literalmente, tirado a su hija a la cabeza.
Así que, si a ti te duele el cráneo horrores, ¿cómo le dolerá a la pequeña de 5 años que te ha impactado directo?
Te tragas los improperios que te apetece soltar, dices que estás bien y te acercas a ver si la niña tiene alguna herida de guerra.
Luego piensas en 38 años de burradas y salvajismo en piscinas como esa, solo, en familia o con otros quince energúmenos como tú, y te das cuenta de que nunca habías vivido una experiencia cráneo a cráneo como esa.
Qué casualidad, ¿no?
(Y qué dolor).
Cuando intentas algo el suficiente número de veces, acabas viendo todos los resultados posibles.
No es casualidad, es el poder de la repetición en su más pura esencia.
Haz, haz y haz una y otra vez y conseguirás resultados.
En este caso, cazaron un sireno de setenta y cinco kilos con un pequeño perdigón de poco más de quince.
Utiliza esto en una piscina lanzando niños o, si quieres algo más práctico, en tu vida diaria para conseguir el resultado que buscas.
Hay quien piensa que algunos nuevos y mal llamados influencers lo son porque tienen algo distinto que tú, algo que tú no puedes replicar.
Y cuando revisas sus orígenes, te das cuenta de que repetían su mensaje una, otra y otra vez sin que nadie les hiciera ni puñetero caso.
Hasta que, a base de probar, dieron con una tecla que hizo explotar la visibilidad y la bola de nieve se empezó a hacer grande.
El mejor ejemplo es una newsletter como esta.
Cada día que escribes es un impacto que realizas en miles de personas.
Cada impacto es una posibilidad de conexión con alguna de esas personas.
Cada conexión es una poosibilidad de que abran ese conocimiento que transmites.
Y cada apertura es una posibilidad de venta.
Que NO está garantizada. Lo único que está garantizado es que, si no lo intentas, el fracaso sí está garantizado.
Mandar emails que atraigan gente, autoridad y ventas
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