No te voy a engañar: no tengo ni idea de cómo evolucionan los suscriptores de mi newsletter.
A veces hay 100 más, a veces hay 90 menos.
Solo me entero de los cambios cuando alguien responde al correo de bienvenida.
Respuestas que leo con atención y respondo siempre.
O casi, cuando me insultan suelo copiar su correo y usarlo para que tú y yo nos riamos un rato.
El caso es que el post de hoy te lo va a escribir Juan Luis.
O mejor dicho, lo inspira él con su respuesta a ese correo de bienvenida.
Ya verás que encierra una sabiduría bestial.
Y por eso va a ser un correo intenso.
Prepárate.
Buenos días David, me llamo Juan Luis y me he sentido identificado contigo en la primera línea que he leído en otra Newsletter de Economía a la que estoy suscrito.
Trabajo en una multinacional americana, y he vivido punto por punto lo que tú cuentas. Ahora mismo estoy en casa de baja.
Le estoy dando vueltas con mi mujer a ver cómo hacer un cambio de rumbo, llevo muchos hechos (tengo 52 años, jajajaja), pensé que lo de las páginas webs, ya llegaba tarde…pero mi mujer por su trabajo en la administración (funcionaria) me ha hecho ver que con las empresas que trabajan no es así.
(Aquí me cuenta cosas personales que no voy a transcribir, de sus ideas de futuro y de cómo poco a poco le están quitando la pasión por sus aficiones)
No tengo ningunas ganas de volver a mi trabajo pero no sé cómo hacerlo.
Espero que tus correos me inspiren hacia alguna dirección. Muchas gracias por gente como tú.
Escucha, que la historia de Juan Luis es la historia de muchos.
Es mi historia de hace una década y puede ser tu historia.
O la de alguien cercano a ti.
Así que voy a contaros a ti y a Juan Luis algo que descubrí mientras estaba en mi casa de baja, decidiendo si mandar mi trabajo a la mierda o no.
En aquella época sufrí un colapso de esos que te hacen replantearte la vida.
Una crisis de ansiedad tal que me tuvo de baja, medicado y recibiendo atención psicológica durante casi un año.
8 meses menos dos días para ser exactos.
Más que una crisis, eran una detrás de otra.
Durante el proceso de recuperación, mi psicólogo (un hombre que si tuviera un podcast o un programa de televisión tendría millones en audiencia) me pidió que hiciera un ejercicio que me cambió la vida.
¿Te suena a Mr. Wonderful?
Espérate al final y entenderás que no exagero.
Un ejercicio que te hará abrir los ojos.
Si sabes interpretarlo.
Enrique, que así se llama el que fue mi psicólogo, me preguntó:
«Si tuvieras 10 millones de euros ahora mismo, ¿qué querrías hacer con tu vida?»
Pon 10 millones, 1 millón o 100 millones.
La cantidad de dinero da igual, que sea con la que tú sientas que ya no necesitas trabajar.
Tu vida está resuelta, tus facturas pagadas, la hipoteca también, tus hijos tendrán para vivir el resto de sus vidas…
Ya tienes todo lo material que necesitas para vivir, casas, coches…
¿A qué querrías dedicar el tiempo?
Hablamos de esto, de lo otro, ideas, pequeños deseos…
Y al final descubrí que me gustaría mucho escribir, escribir libros de ficción.
«Si un hombre puede estudiar medicina con 45 años, ¿por qué no ibas tú a ser escritor?», me dijo.
La razón por la que empecé a escribir fue esa y no otra más poética.
No fue valentía, fue miedo a volver atrás, desesperación por volver a vivir.
Esa desesperación me hizo aprender a escribir mejor y me hizo montar mi primera web.
La siguiente desesperación (la del dinero), fue la que me llevó al mundo en el que me muevo ahora.
Hoy puedo decirte que no estoy desesperado, gestiono mejor la ansiedad, gano mucho dinero y tengo más vida que trabajo.
¿Se puede salir del agujero?
Se puede.
Es algo que me parece tan importante, tan vital, que ni siquiera voy a tratar de venderte mis cursos o mis servicios profesionales.
Lo único que quiero es que pienses en qué es lo que más desearías hacer con tu vida.
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