Durante mis años de universidad probé de todo.
Cosas más duras, cosas más suaves, pero no tuve reparos en probarlas todas.
Algunas te dejan como si no hubiera pasado nada.
Otras… Otras te destrozan y estás días sin poder moverte.
Tuve la suerte de coincidir con unos chavales con muchas ganas de marcha y tardamos poco en juntarnos para llenar los pocos huecos libres que tiene (o tenía, no sé cómo estará ahora) un ingeniero durante la carrera.
Un poco de baloncesto por aquí, otro poco de squash por allá, unas gotitas de pádel, una pinta de tenis… Wu shu, Judo, Kárate… ¿por qué no?
Joder, si incluso recuerdo que fui a correr un par de veces.
¡Correr! El deporte más aburrido del universo.
Casi prefiero jugar al curling.
Solo casi.
Así que entre prácticas y clases, en los huecos que nos quedaban para comer, practicamos muchos deportes distintos.
¿Sabes con cuál nos quedamos?
Con la escalada.
Otro día te cuento cómo subíamos cientos de metros de montañas verticales o cómo caminábamos por riscos en los que no te cabía el pie de ancho.
Hoy quiero contarte lo mal que lo pasé después de mi primera vez escalando.
Cuando estás acostumbrado a hacer las cosas a lo bestia no existe eso de empezar poco a poco.
Toda la carne en el asador desde el minuto uno.
Repito: 20 años de alguien acostumbrado a hacer ejercicio.
Que no sabe lo que es eso de dosificarse o controlar esfuerzos.
Hasta que escalé por primera vez.
Porque la escalada no es una cuestión de explosividad, de gastar energía, de hacer fuerza, de…
Te puede parecer que para subir una pared hay que tirar de brazos constantemente, a mí me lo pareció también.
Pero el 90% de escalar es la postura, dónde colocas tu centro de gravedad, la espalda y… tus antebrazos.
Al día siguiente de mi primera vez, no podía atarme los cordones ni sujetar un bolígrafo.
No, no exagero, fui todo el día con los cordones metidos dentro de la zapatilla, sin atarla y mis amigos me fotocopiaron sus apuntes.
Porque no podía cerrar las manos.
Escucha.
Cuando montas la página web de tu proyecto, de tu negocio, de tu idea, sueles hacer como yo el primer día de escalada.
Quieres ponerlo todo, quieres que todo se mueva, quieres llenarlo de imágenes, de colores, de…
Y quieres ponerte a construir esa web desde el minuto número uno.
Sin embargo, como descubrí con la escalada, diseñar una web BIEN es cuestión de planificar la estrategia con cuidado y en qué momento gastar esfuerzo en tirar un poco.
El resto, lo que es subir la pared, es lo que menos te debe costar.
Cómo diseñar la estrategia y qué trucos usar para colocar tu peso, son lo que te cuento cada mañana en el correo que envío.
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