¿Sabes lo que es el Grog?
Esa bebida relacionada con marineros y piratas que un juego de ordenador puso de moda.
Aunque la receta del Monkey Island para el Grog era un poco más… corrosiva.
Pues resulta que esa bebida no es una ficción (y tampoco se hace con queroseno, glicol propílico, endulzantes artificiales, ácido sulfúrico, tinte rojo número 2…).
Y la historia de por qué la llamaron grog es de lo más curiosa.
A principios del siglo XVIII (vamos, en torno a 1700) los marineros podían beber al día media pinta de ron.
AL DÍA
Eso es casi como beberse una lata de cocacola diaria llena de ron.
Como supondrás, hubo ciertos reparos entre médicos y capitanes. Eso de tener borracha a la tripulación en un barco en alta mar no era la situación ideal para nadie.
Así que un almirante, el señor Edward Vernon, terminó accediendo en que esa ración era nociva para la salud y mandó diluirla con agua.
¿Qué pasó?
Pues que, como era lógico, el efecto del ron bajó y los marineros se agarraron un cabreo de pelotas.
Y con su cabreo de pelotas, buscaron una forma de llamar a esa basura aguada que bebían de una forma parecida al c4bronazo que les había quitado su borrachera diaria.
«¿Y cómo llegas de Edward Vernon a grog?»
Ahora llego, amigo entrecomillado, ahora llego.
El caso es que el almirante Vernon solía lllevar un capote impermeable hecho de un material que se llamaba grogram y por eso se le conocía como «El Viejo Grog».
¡Bingo!
Ya tenemos el nombre del grog.
Lo que pasó después es la demostración empírica de que da igual cuán adversas sean las condiciones, que los seres humanos siempre encontramos la forma de hundirnos todavía más en la miseria.
Porque, para mejorar el sabor del grog, empezaron a añadirle azúcar y lima (que componen la receta del grog que conocemos hoy).
Y sabes lo que pasa cuando añades azúcar a las bebidas alcohólicas, ¿verdad?
¡Exacto!
Que los marineros que se pasaban de grog terminaban semi-inconscientes y con unas resacas de tres pares de pelotas.
Y ahí nació otro término que todavía seguimos usando en nuestros días.
¿Adivinas cuál?
Atiende.
Porque ahí arriba tienes al menos dos lecciones BRUTALES de lo que son una buena marca personal y de por qué es imposible no triunfar con una newsletter que trabaje de la forma correcta.
Marca personal no es más que la gente te reconozca por lo que eres y lo que haces. Y el almirante Vernon lo hizo mejor que nadie.
Casi 300 años después seguimos hablando de él, de su capote y de su «logro» al hacer que los marineros pasasen de borrachos a groggy.
La segunda es tan sencilla y potente que asusta.
Y es que cualquier historia sirve para vender cualquier cosa. Da igual que hables de piratas, de ron aguado, de jamones o de inteligencias artificiales.
Si a eso le sumas una forma de captar un público que lea esas historias, tienes el camino hecho, amigo.
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