Nuestro cerebro funciona de formas muy curiosas.
Tan curiosas que, si te paras a pensarlas, parecen absurdas.
O son absurdas.
Hagamos un experimento.
Si yo te digo que pienses en un coche rojo…
Tu mente va a ponerte la imagen de algún coche rojo que reconozcas.
Si eres como mis hijos, primero asociarás el rojo a los coches de papá y mamá, que son rojos.
Y luego dirás algo de un Ferrari.
Porque los Ferrari son rojos.
Si yo hubiera hablado de ser rico y de mucho dinero antes de pedirte que pensases en el coche rojo…
Casi seguro que hubieras ido directo a por un superdeportivo.
Y si te hubiera hablado de algo de beber y te hubiera pedido que me dijeras algo rojo, seguramente habrías hablado de Coca Cola.
Cosas de las asociaciones.
Porque nuestro cerebro, que es un vago de pelotas, funciona asociando elementos que ya conoce.
No vas a ponerte a diseñar un vehículo que no existe o una lata de bebida aleatoria y sin marca de color rojo.
Escucha, que lo divertido viene ahora.
Que además de funcionar con asociaciones, nuestro cerebro es como un toro de lidia.
Le pones un capote rojo y allá que va él, sin pensar, sin razonar.
Y eso que es tu cerebro, el órgano de pensar y razonar…
Escucha, escucha con atención.
Si ahora te digo que NO pienses en una bicicleta azul.
¿Qué es lo que ha hecho tu cabeza?
¿Dibujar una bicicleta azul en tu cabeza y luego…
…desdibujarla?
¡No!
Tu cerebro ha grabado una preciosa y flamante bicicleta azul en tu mente…
¡Coño! ¡Y ahora encima es una bici de montaña!
Que le den por saco an NO.
Un cerebro no sabe lo que significa NO, solo sabe trabajar en positivo.
Así que ten cuidado cuando digas NO.
O mejor todavía, fíjate en cuántas veces y cuándo te dicen NO los que quieren venderte algo.
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