Hay quien confunde ser productivo con ser imbécil.
Lo que te voy a contar aquí te va a doler.
Sobre todo si trabajas por cuenta ajena.
Escucha.
Podría contarte una historia (real, como la vida misma) de lo absurdo que es esforzarse y trabajar de más cuando tienes un sueldo cerrado, en una empresa cerrada.
Y quizá lo haga, pero en otro momento.
La pandemia trajo cambios a muchos niveles en muchas personas.
A mí me enseñó lo que es no tener tiempo material para trabajar.
Una niña pequeña, un bebé y una mujer médico fuera de casa la mayor parte del tiempo.
Ahí me di verdadera cuenta de lo importante que es sacar mucho trabajo en poco tiempo.
O mejor dicho, ganar mucho dinero en poco tiempo.
No por avaricia, sino por supervivencia: no podía robarle más horas al sueño.
¿Sabes qué es lo primero de mi rutina que estalló por los aires?
Ni siquiera te lo vas a imaginar.
¿Has pensado en algo ya?
Apuesto a que no es eso.
Fue el Whatsapp.
A finales de 2020 me di cuenta de que esa aplicación infernal me generaba estrés, ansiedad y se llevaba de mí horas y horas que debería estar dedicando a otras cosas.
El teletrabajo hizo que amigos y clientes decidieran utilizar ese cáncer verde a cualquier hora del día.
Y algunos idiotas exigían resultados inmediatos.
No te preocupes, mandé a esos clientes a donde merecían estar.
Así que en enero de 2021 borré Whatsapp y me descubrí siendo una mejor persona.
La segunda cosa sucedió hace ya unos meses.
Cuando tienes hijos, el día laboral empieza con una hora y media inamovible: desayunos, ropas y viajes al colegio.
Y termina a la hora que vas a recogerlos.
No sé tú, pero mi primera hora del día suele ser muy productiva y ese parón de colegios me rompía el esquema.
Así que me empecé a levantar una hora antes.
Nada loco, ¿eh?
No hablamos de levantarte a las 3 de la mañana y tener toda tu jornada laboral antes del desayuno.
Que a otros les funcionará, pero a mí eso de acostarme a las 7 de la tarde, antes que mis hijos, como que me parece una estupidez.
Y vamos con la tercera joya de la corona.
Hace un año, mirando mi registro de horas trabajadas, vi que ni de coña cubría las horas que debería.
O mejor dicho, no salía tanto trabajo como debería.
¿Dónde se estaba yendo mi tiempo?
Eché mano del control de uso de aplicaciones del móvil y…
¡BINGO!
Twitter, Instagram, YouTube, Facebook…
No recuerdo cuántas horas semanales, pero asustaba ver el número.
Así que borré mis cuentas en todas las redes sociales, salvo en una.
Dos si cuentas LinkedIn.
¿Que por qué gano el triple que hace dos años?
No te voy a decir que sea por haber quitado las RRSS, pero sí puedo asegurarte que de no haberlas quitado no estaría ganando esto.
Escucha.
Las redes sociales pueden ser un canal de captación muy potente para tu negocio.
Pero también puedes su esclavo.
Y lo que te cuento día a día en mi newsletter, las historias y las lecciones que encierran, tienen como objetivo encontrar una libertad absoluta.
En tu trabajo, en tu vida, en donde necesites.
No se basan en esclavizarte a algo que ni siquiera controlas.
Te apuntas aquí y mañana recibes la primera lección
Gratis, por supuesto, todos los días del año.
Incluyendo Navidad.
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