–Papá, ¿tú por qué no tienes un Ferrari?
La pregunta llega a bocajarro y entra con tanta fuerza que notas el impacto dentro del pecho.
No voy a decir que sea totalmente inesperada.
Acabamos de ver un Ferrari 296 GTB rojo y un McLaren azul eléctrico (no sé qué modelo), aparcados uno frente a otro en el parking del supermercado de al lado de casa.
Pero sigo estando igual de preparado para contestarla que antes.
Mira, podría presumir de ética y de moral y decir que he contestado a mi hija con una explicación meditada sobre el dinero, el gasto absurdo y la inutilidad de un superdeportivo.
Pero no, lo que le he dicho ha sido mucho más mundano: porque cuestan un cojón y medio de dinero.
Hay que ser muy rico para poder comprar uno de esos.
–Entonces, ¿no somos ricos?
Caguen todo…, ahí están las cuchillas cerebrales de mi hija atacando de nuevo.
A ver, querida mía, ¿cómo te explico yo que la riqueza es relativa al observador?
¿Somos ricos?
Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), sí que lo somos.
Siendo objetivos, viendo el dinero que entra, el que sale y el que queda, también somos ricos.
Es más, como ejercicio teórico sí, podríamos comprarnos un Ferrari.
Sería absurdo hacerlo, nos cargaríamos de gastos innecesarios y absurdos, pero podríamos tenerlo.
Lo que pasa es que a mi hija no puedo hablarle de nada de esto si quiero que me siga el hilo.
Así que lo resumo todo a un:
–¿Te gusta nuestra casa?
–Claro.
–¿Te gusta vivir en nuestra casa?
–Papá… sí…
– ¿Te gusta la terraza, la pérgola, la barbacoa, el césped, la casita de plástico, los sofás….?
– Que sí, pesado, ¿a dónde quieres llegar?
–A que hay Ferraris que cuestan lo mismo que nuestra casa. O más, según el modelo.
AHORA lo entiende. Un coche no puede costar lo mismo que una casa, no son equiparables, no son tan útiles.
Sin embargo, si lo miramos desde otro punto de vista, yo preferiría vender coches Ferrari, a vender coches Seat.
¿Por qué?
Hombre, porque el margen de beneficio, el porcentaje que se lleva el vendedor o el caché que tendría como vendedor serían mucho mayores.
Pues, hamijo mío, cuando vendes cualquier cosa de la que tú te lleves una comisión, tienes que intentar vender Ferraris, no Seats.
Lo mismo pasa con las páginas web de afiliación: tienes que encontrar productos que te dejen una comisión que te deje más cerca de ser rico que de ser pobre.
No es lo mismo un 3% de un libro electrónico de 6€ (18 céntimos) que un 3% de un Echo Show 10 de 3ª generación de 249,99€ (7,5€).
Por eso te cuento todos los días de qué forma sacarle dinero a Internet
Para que poco a poco te acerques a tener el dinero que vale un Ferrari.
Solo que espero que te lo gastes en algo más útil que un deportivo que ni siquiera tiene maletero para meter una bolsa pequeña.
Si quieres dejar tu comentario, apúntate:
El newsletter que leen empresarios, abogadas, amos de casa, ingenieros y fruteros por igual
Cada día un email para inspirarte, ¿a qué? A vivir mejor, ser mejor, ganar mejor