Que el funcionariado fomenta una baja productividad es algo que sabemos todos.
Si no lo sabías, amigo mío, siento que te hayas tenido que enterar así, de sopetón y sin preámbulos. Pero es lo que pasa cuando pagas a alguien por estar y no por hacer.
Cuando no penalizas al que no hace, ni premias al que hace, lo que consigues es…, pues eso, lo que consigues.
Sin embargo, la empresa privada tampoco es la panacea de la productividad.
Porque a nadie parece importarle que sus trabajadores sean verdaderamente productivos.
Sobre todo en España, un país en el que se premian las horas calentando silla antes que los resultados. En el que los funcionarios son una consecuencia, no una causa.
En el que, mira a ver si esta historia te suena, al que trabaja el doble se le exige el doble y al que trabaja la mitad se le exige la mitad.
Así que lo que hace todo el mundo es rellenar el hueco que queda con cosas que parecen productivas, pero que en realidad son una auténtica pérdida de tiempo.
¿Quieres saber por qué esto de ser productivo es malo para ti?
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