En mi universidad había un profesor que detectaba los suspensos a los 5 minutos de haber empezado el examen.
Y el tío acertaba siempre.
Habrá quien piense que era fácil hacerlo, porque la mayoría de alumnos suspendía esa asignatura, pero en realidad Ramón tenía un sistema. Un sistema tan avanzado tiene mucho que ver con saber algo básico de cómo funciona el cerebro humano (y del entrenamiento que supone estudiar una ingeniería).
Lo descubrí por casualidad, hablando con él en el despacho, después de suspender mi cuarta convocatoria.
Una cosa es terminar la carrera a curso por año y otra muy diferente es estudiar un curso cada año. Algunos estábamos en quinto haciendo asignaturas de cuarto, tercero y segundo.
El caso es que, cuando entré al despacho para entender por qué el «examen fácil» de aquel año había aniquilado al 90% de los alumnos, me explicó lo siguiente:
—Estaba claro que ibas a suspender, David, porque te pusiste a mirar los apuntes cinco minutos después de leer los enunciados. Y eso que te avisé de que leyeras bien el ejercicio…
Ramón, que tenía un sentido del humor particular, quiso sorprendernos con un ejercicio que no se podía hacer.
Dándonos la oportunidad de aprobar la asignatura más difícil de la carrera con un sencillo: no se puede hacer.
¿Ves la fuerza que tiene algo así?
No lo del examen, que fue una put*** en toda regla, sino lo de los cinco minutos.
Si te dejan llevarte libros y apuntes a un examen, es porque no sirven de nada.
Porque lo que sirve es pensar, usar tu cerebro, descomponer el problema y buscar cómo narices vas a solucionarlo.
Y para eso no necesitas los apuntes.
Porque lo que necesitas ya lo llevas sobre los hombros y sirve para algo más que para sujetar el pelo.
Es algo que sabía Ramón, que nos veía estudiar y rompernos los cuernos cada día.
Y es algo que saben mis clientes y mentorados. Porque lo primero que descubren cuando analizamos sus problemas, sus objetivos y sus modelos de negocio, es que no necesitan nada especial, tan solo volcar su cerebro en los problemas que de verdad importan.
Lo que sí hay son llaves que abren esas puertas del entendimiento.
Llaves en forma de conversaciones, emails, vídeos o cursos que te abren la mente a formas tan sencillas de vivir, de crecer y de ganar dinero, que cuando las descubres te sientes un poquito mal por no haberlo descubierto antes.
Lo que pasa es que, si no tienes un Ramón en tu vida que te ayude a verlo, es muy difícil conseguirlo.
Si quieres expandir tu vida, tus negocios y tus ingresos a un nivel tan simple como efectivo, tengo un audio para ti.
Son 54 minutos de apertura de mente, con ejemplos y una estrategia que podrás seguir desde el minuto uno.
Hecho es mejor que perfecto: vivir de tus propios conocimientos
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