¿Qué edad crees que tienes?
No me refiero a la que pone en el registro civil, tu DNI o cualquier otro documento oficial. Y tampoco me refiero a tu supuesto cumpleaños (ese que celebras con tu familia y tus amigos).
Al fin y al cabo, hay gente que tiene un cumpleaños distinto al “de verdad” en cada documento. Ya sabes, cosas de los deslices prematrimoniales, que registran sietemesinos que casi saben andar.
Esto que te voy a contar es muy clarificador.
Si hoy no tienes tiempo…
No sé qué edad tienes, pero es irrelevante: el cambio no entiende de jóvenes o viejos y tú deberías entenderlo también.
Hoy vamos sin enlace: piensa en esto que te digo y hazlo con fuerza
En serio, dedícale un rato de tu día y hazlo en serio. Ya verás…
Tengo dos tíos que cumplen años ahora, en agosto. Él cumplirá 81 y ella acaba de cumplir 78 (aunque según su DNI le faltan unos meses para cumplirlos). Unas edades más que respetables, sobre todo si tienes en cuenta lo bien que están física y mentalmente.
El caso es que, comiendo con ellos, estuve hablando un buen rato con mi tío. No es que sea sorprendente, es un hombre increíble con el que siempre tengo conversaciones de lo más interesantes.
Mirando a mis hijos (de cuatro y ocho años), me dijo:
—¿Sabes que hace nada yo te veía a ti como les veo a ellos?
—¿Y a mi padre?
—Incluso a tu padre. Lo conocí cuando (él) tenía 8 ó 9 años.
Hago una pausa para que proceses lo que significa hablar con un tío político que conoció a tu padre cuando él tenía solo 8 años.
Impresiona.
Pero mi tío Antonio siguió hablando.
—Es algo que me maravilla y me asusta, sobre todo ahora que tengo 80 años. Me veo en el espejo y no entiendo cómo puedo tener ya ochenta años. Os veo y no lo entiendo, hace nada era como vosotros y por dentro me sigo sintiendo igual que cuando tenía 15, 20, 30…
Y tiene razón.
Hay diferencias en la madurez, la forma de enfocar los problemas, la experiencia, los recuerdos…, pero la base, la esencia, es la misma cuando tienes 10, 15, 35 u 80.
Añadimos capas de complejidad y de aprendizajes, enseñamos a nuestro núcleo a no responder ante ciertos estímulos, ciertas automatizaciones, pero la esencia de lo que somos se define muy pronto en nuestra vida.
«…»
Antes de que te preguntes, amigo entrecomillado, a qué viene esta chapa, déjame que te lo muestre desde otra perspectiva.
Si con 20 años te comes el mundo, estudias lo que haga falta, pruebas, aprendes y cambias, ¿por qué no ibas a poder modificar a qué te dedicas, con quién te rodeas o cómo te enfrentas a los problemas con treinta? ¿O con cuarenta? ¿O con sesenta?
Mis tíos nunca han dejado de aprender y todavía hoy siguen haciéndolo.
Una compañera de mi mujer terminó medicina, su segunda carrera, con casi cuarenta años y la vida resuelta en su anterior trabajo. Solo que sentía que tenía que haber hecho medicina.
Yo mismo me he reinventado más veces de las que puedo contar entre los 30 y los 38.
Los cambios asustan y cuanto más crees que tienes la via estabilizada, más cuesta enfrentarse a ellos. Pero el miedo no debe ser el freno de lo que tu esencia, tu niño interior, quiere ser.
Lo único que tienes que hacer es parar, escucharlo y diseñar un plan para llevarlo a cabo.
Eso lo podemos hacer todos.
Luego, cuando veas ese plan y el coste que va a tener, podrás compararlo con tu vida actual y valorar si te merece la pena el beneficio que obtendrás o te merece más la pena seguir como hasta ahora.
Pero nunca dejes de intentarlo, de planearlo, solo porque tengas la edad que tengas.
De hecho, cuanto más mayor eres, más herramientas tienes para afrontar estos cambios.
Más recursos.
Y, sobre todo, más capacidad para encontrar a gente que te ayude en esa transición.
Así que no, no importa la edad que tengas. Siempre es buen momento para empezar a buscar lo que realmente deseas.
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