Esta mañana mi señora esposa y yo hemos estado hablando sobre una tercera persona.
No para criticar, ¿eh?
Para admirar.
Ella lo conoce, igual que yo, pero en su cabeza no había hecho las matemáticas necesarias para conocer también su cuenta bancaria.
Y no es ningún secreto, los dos datos que necesitas para saberlo te los dice él sin ningún reparo (cuántos clientes tiene, cuánto cobra por cliente).
Así que cuando le he dicho que este tipo factura 100.000€ al mes, que suponen 1.200.000€ al año, su primera respuesta ha sido automática.
Una respuesta que no procede de ella. Procede de todo lo que ha oído a lo largo de toda su vida y de los prejuicios y las mentalidades de pobre que nos rodean.
Una respuesta que ella misma ha matizado después.
Mira, no sé si sabes que mi mujer es ginecóloga. De esas que hace todos los partos de sus pacientes, sea cual sea el día o la hora del parto.
Sí, en casa estamos acostumbrados a que desaparezca en una cena, a levantarnos un sábado sin ella en casa y a cosas similares.
O a que esté 26 horas seguidas en el hospital sin vernos.
Ya sabes: 24 horas de guardia, 15 minutos para llegar y 105 minutos de café y charla al salir.
Así que cuando ha procesado que este tipo gana más de un millón de euros al año ha dicho:
—Con eso mando a la mierda las guardias –primera respuesta—. ¡Y los partos!
Como te he dicho, eso es hablar sin pensar. Yo lo sé, ella lo sabe, así que…
—Cariño, si te encanta lo que haces y eres incapaz de estar dos días seguidos en casa…
–Sí, tienes razón, el dinero no haría que dejase de trabajar.
¿Sabes qué?
Yo tampoco dejaría de trabajar.
Posiblemente trabajase menos horas haciendo trabajo de campo y tendría a un equipo que se encargaría de las cosas pesadas, pero seguiría trabajando.
Porque me gusta, porque me enriquece, porque aprendo.
Lo que dejaría de hacer es mirar el precio de las cosas, de mirar mi agenda para irme de viaje y, sí, de contenerme comprando sets de LEGO.
Pero lo más importante, es que para llegar a ese millón hay que pasar por todas las cifras anteriores.
¿Sabes lo que se tiene que aprender a lo largo de ese camino? ¿La cantidad de webs, experimentos y negocios que tienes dejarás a tus espaldas?
No sé qué harías tú después de llegar a ganar un millón de euros al año a base de tu propio esfuerzo, sudor y lágrimas.
Pero yo puedo asegurarte que te haría un curso (o varios) al respecto del proceso.
Y el que quiera esforzarse y luchar por ese millón, que se sume al grupo.
Lo que te puedo contar ahora es cómo se hace para conseguir la décima parte de ese millón.
Si tienes un negocio, una marca personal o quieres tener una página web a la que sacar el máximo partido, tengo muchas cosas que contarte.
Tantas, que envío un email cada día desde hace un año con trucos y consejos y sigo enviándolo.
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El de mañana va a ser la bomba.
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