Hace 8 años y medio escribí un tuit.
Ese tuit, se convirtió en algo grande.
Muy grande.
Y pocas horas después publiqué mi primera página web, El Rincón de Cabal.
No busques el tuit, porque no lo vas a encontrar. En aquella época no utilizaba la misma cuenta que uso ahora y esa vieja cuenta tiene los tuits borrados y está escondida…
Porque durante años la utilicé para cosas oscuras.
Pero aquel día de 2014 me sirvió para conseguir notoriedad.
Un tuit viral gracias a un personaje respetado y público de este país.
Hoy, ocho años después, mi asesor me está preparando los papeles para montar una empresa.
Mi empresa.
Por un tuit.
Por una web con tres artículos.
Una web que está a punto de acumular 3.000.000 de visitas.
Una web que tardó tiempo en dar dinero y que nunca dio demasiado.
Pero que sirvió de germen para montar varias páginas que han dado y dan decenas de miles.
Que fue el origen de la empresa que nacerá en unas semanas.
Y todo por un tuit.
Un tuit que llegó a decenas de miles de personas y me forzó a tomar una decisión apresurada.
Una decisión que llevaba posponiendo semanas, quizá meses.
Escucha.
Ten la mente abierta en busca de esos momentos mágicos que pueden ayudarte a marcar la diferencia.
Y sobre todo ten trabajo duro para que, aunque no los encuentres, el proyecto salga adelante y sea rentable.
Aquel proyecto despegó por ese empujón y nunca fue rentable, pero desencadenó una serie de acontecimientos que me han llevado hasta hoy.
Hasta docenas de miles de euros movidos en poco tiempo y una S.L. a mis espaldas.
¿Cómo?
Todo empezó con una web de opinión y afiliación.
Siguió con más webs de esas.
Y estas páginas trajeron lecciones vitales que hicieron que la rueda girase y girase y…
Ocho años.
Si volviera atrás con la mentalidad que tengo ahora y los mismos conocimientos que tenía entonces, tardaría menos de la mitad en llegar al mismo punto.
Mucho menos.
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