Quiero empezar el día 1 de enero con una reflexión muy potente.
Da igual que estemos en junio.
No es algo que sirva para hacer negocios mejores, páginas web con más ventas o textos más persuasivos.
Así que si lo que buscas es algo para tus propósitos de año nuevo, algo que te empuje a hacer todo eso que no hiciste en el año pasado porque no te dio la gana…
Quizá te sirva.
Seré breve.
Tú tendrás resaca y yo salgo en coche de viaje dentro de una hora y no quiero consumir las pocas horas de sueño en un tochomail de 2 000 palabras.
Hace unas semanas, una paciente le regaló a mi mujer una botella de vino.
No es que sea raro que lo hagan, cada semana trae a casa al menos un regalo de pacientes agradecidas.
Ni es raro que sea vino.
Es más normal que sea aceite, chocolate, pendientes…, pero vino también.
Lo raro es que sea un Vega Sicilia.
Que si no sabes lo que significa, te lo digo en euros para que lo entiendas: 500€ de botella de vino tinto.
500€
por
botella
de
vino.
Eso dice mucho de dos personas.
De mi mujer, por ser una de las mejores ginecólogas que hay.
Que no lo digo yo, lo dicen sus pacientes, 300 de las cuales confían en ella para hacerles el parto cada año.
Eso es casi un parto al día.
Doy fé.
Y la segunda persona de la que dice mucho es de esa paciente que decidió gastarse 500€ en agradecerle sus cuidados durante el embarazo.
Ser agradecido no tiene precio.
Las cartas manuscritas suelen hacer muchísima ilusión.
Pero si la acompañas de una botella como esta…
¿Sabes qué hicimos con esa botella de vino?
Lo que haría cualquier hijo de vecino.
Primero guardarla en la bodega, bien embalada y protegida.
Es la botellla más cara que hemos tenido y sería una pena perderla por un descuido.
Segundo, pensar en qué celebración merecería de la apertura de una botella tan memorable.
Hijos ya no van a nacer por aquí, hemos cosechado unos éxitos difíciles de superar en el trabajo y el resto de hitos parecen tan lejanos en el tiempo que la botella podría picarse.
Tercero, estudiar si el mercado del vino caro se revaloriza con el tiempo.
Bueno, eso lo hice yo, que el vino no me interesa y pensé que nunca encontraríamos la ocasión de abrir una botella tan cara.
Y ahí está el error
En paralelo con este newsletter, cada día del último año lo he dedicado a mejorar mi vida interior.
A parecerme más a Marco Aurelio y a controlar mis demonios interiores…
Y menos a la Belén Esteban que la sociedad quiere conseguir de nosotros.
¿Sabes de qué me di cuenta?
De que los momentos buenos no se merecen vino bueno.
En un momento bueno cualquier vino de mierda te va a parecer un manjar.
Porque lo que importa es el momento.
Así que los vinos buenos deberían guardarse para los momentos malos.
Momentos malos vitales, de esos que te asaltan un día cualquiera.
O, quizá, solo deberías abrirlo ese día que amaneces y dices «mira, me apetece probarlo».
Aunque seguro que sabe mejor el día que te levantas diciendo «vaya puta mierda de día».
Plantéate 2023 igual
No hay fechas buenas ni fechas malas.
Haz lo que quieras hacer cuanto antes y deja de posponerlo a lo largo del año solo para salir guapo en la foto finish de diciembre.
–Mira cuántos proyectos he creado… este último mes.
–Mira cuántas cosas he hecho… en diciembre.
-Mira cuántos propósitos… traslado de año en año por no tocarlos.
Levanta el puto culo y anda, Lázaro.
Si quieres tener un año lleno de propósitos cumplidos y no de objetivos inacabados, tengo un newsletter en el que cada día escribo una historia con moraleja.
Aquí historias con y sin moraleja
Con algunas aprenderás un huevo y medio.
Con otras…
También, pero ni siquiera lo notarás.
Si quieres dejar tu comentario, apúntate:
El newsletter que leen empresarios, abogadas, amos de casa, ingenieros y fruteros por igual
Cada día un email para inspirarte, ¿a qué? A vivir mejor, ser mejor, ganar mejor